La película, magistralmente conducida por Clint Eastwood, como no podía ser de otra manera, nos enseña:
- La tendencia general a responsabilizar al comandante/capitán de la nave, aeronave en este caso, al considerar error humano el hecho de amerizar y no dirigirse a un aeropuerto subsidiario.
- El exceso de confianza en los simuladores, cuando, nos dicen en la película, en el simulador probaron ¡17 veces! antes de poder realizar una maniobra de aterrizaje en un aeropuerto secundario (siempre en el simulador).
- Las circunstancias y el estrés que rodean al que tiene que tomar las decisiones en el momento de la emergencia. En este caso, Sully solo dispone de 208 segundos.
- En fin, la película pone de manifiesto la tendencia general de los “expertos” a culpabilizar/criminalizar a los comandantes y capitanes de los buques y aviones, achacando al llamado error humano a lo que no es más que enfrentarse a un hecho desconocido: un embarrancamiento, un incendio, un abordaje, una emergencia que si bien en términos genéricos se ha podido probar en un simulador nunca se ha experimentado previamente, y el cúmulo de factores a controlar hace extremadamente complejo el tomar una decisión ajustada a las circunstancias. Si fruto de la decisión se produce error y/o daño, deberemos revisar todo el proceso y nunca criminalizar. Estas son las magníficas enseñanzas de esta película.
Por otra parte, como he dicho, un excelente trabajo de dirección e interpretación.