Las nuevas regulaciones europeas en sostenibilidad ambiental materializan el esfuerzo hecho y por hacer de instituciones, empresas, organizaciones y puertos, entre otros, para combatir las consecuencias del mencionado transporte marítimo (en cuanto a las emisiones de gases de efecto invernadero y dióxido de azufre que tienen repercusión en la capa de ozono), pero ¿qué pasa con los residuos que afectan directamente a la fauna marina más cercana a la costa?
Según Javier Romo, Técnico del departamento de Medio Ambiente del puerto de Barcelona, “el nivel de contaminación es alto y eso hace que el ecosistema esté cambiando”. Todo ello afecta, entre otras cosas, a las cantidades de capturas de pesca, por la alteración de las especies marinas, y por consiguiente al desarrollo de la cadena trófica.
Está claro que los desechos que se encuentran hoy en día en las aguas del puerto y sus alrededores no son los mismos que los de hace décadas y centenas de años, y a la pregunta cómo puede acabar afectando este ataque corrosivo de nuestra fauna marina a nuestras vidas, la respuesta es que “deberíamos ser conscientes de que lo que hacemos en tierra se nota en el mar. El medio ambiente es una rama del conocimiento poco explorada, pero el marino y sus afectaciones antrópicas, aún menos” según explica el mismo.
El plástico en nuestras aguas
Gracias a las labores de limpieza que se realizan periódicamente en los diversos enclaves españoles, se analizan cuáles son los elementos principalmente contaminantes, de dónde proceden y cómo combatirlos. “Los estudios dicen que gran parte de las basuras marinas que recogemos provienen de la zona de actividad de ocio y turismo. Entre el 80% y el 90% de residuos flotantes que llegan a mar provienen de tierra”, y entre estos desechos se encuentran grandes cantidades de plástico, un elemento que (como sucede con los microplásticos procedentes de pastas dentífricas o detergentes de lavadoras) pueden integrarse a través de la ingestión en el zooplancton; de lo que se alimentan posteriormente algunos peces.
Según el biólogo “la parte del transporte marítimo apenas aporta ese tipo de basuras” que, como las otras, afectan a la regeneración de especies marinas en el momento en que los plásticos se integran en el inicio de la cadena trófica a través del zooplancton.
“Hay una responsabilidad nuestra” (por parte del órgano correspondiente del puerto que se encarga de las limpiezas oceánicas, entre otras actividades medioambientales) “pero también de las casas, de cómo se disfruta del ocio, y luego de la administración; cómo se recogen las papeleras, sistema de gestión de residuos, sistema de saneamiento de aguas, etc.”
Por lo que respecta al papel del ciudadano como actor de esta progresiva catástrofe, hay que ser conscientes de que acciones que pueden parecer muy insignificantes a nuestros ojos, a su vez pueden tener alteraciones de mayor magnitud en el ecosistema marino en progresivo deterioro.
12.000 ítems diferentes
En la caracterización de los desechos aparecen datos que, al menos a modo personal, pueden dejar a uno sorprendido. Javier Romo explicaba que “el ítem, el objeto individual que más hemos recogido en estas caracterizaciones son los palillos higiénicos (del oído). Por un sistema de saneamiento no adecuado llegan a mar y es lo que más se recoge”; un sistema de saneamiento que no prevé que una persona tire uno de estos palillos por el wc. Según los últimos análisis recogidos por este organismo, se registran mil palillos por tonelada y, otro dato alarmante, 500 colillas. Las colillas que acaban en el suelo, cuando llueve se van por el sistema de alcantarillado, y acaban en el mar.
Desde el proyecto Marviva, iniciativa empezada en 2015 por la Cofradía de Pescadores del puerto de Barcelona, que consistía en recoger las basuras gracias a sus redes de arrastre y posteriormente categorizarlas para el futuro análisis, se distinguieron 12.000 ítems. “Realmente hay cifras que asustan” opina Javier a medida que revela más datos al respecto, “se estima que alrededor de unos 10 millones de toneladas de plástico llegan al mar todos los años”.
Además de estas repercusiones existen otras como “un síntoma futuro de las zonas costeras mal gestionadas es el aumento de los bancos de medusas”, por algo tan simple como que el depredador natural de la medusa, que es la tortuga, ingiere bolsas de plástico al confundirlas con su presa. Y así progresivamente muere una especie y aumentan dichos bancos de medusas. De ejemplos, hay miles. Pero la raíz del problema es la misma.
“Es uno de los problemas de la humanidad, detrás del cambio climático, en algún momento afectará a la cadena trófica, al ecosistema global oceánico, a las principales pesquerías, sino se pone remedio”.