El PRESTIGE sufrió una avería estructural sobre las 15.15 horas del día 13 de noviembre de 2002, cuando navegaba por el dispositivo de separación de tráfico de Finisterre con rumbo sur. Las conversaciones grabadas en el CNCS que ahora se ha hecho públicas demuestran que:
1. El director general de la marina mercante, la autoridad marítima española, desconocía lo que le había pasado al petrolero. A pesar de ello en ningún momento se propuso enviar a bordo un equipo técnico para examinar los daños que había sufrido el buque y valorar la mejor operación de salvamento. Por puro prejuicio y severa necedad, ya había decidido lanzarlo contra el temporal, rumbo noroeste, y hundirlo. Las conversaciones demuestran que los numerosos técnicos a su disposición, tanto en la Dirección general como en la Sociedad Estatal de Salvamento y Seguridad Marítima (SASEMAR), eran contrarios a esa decisión.
2. Los técnicos y directivos de SASEMAR, en el CNCS y en el centro de Finisterre –capitanes y jefes de máquinas con experiencia en petroleros- eran partidarios, y así lo manifestaron, de llevar el buque a un puerto o lugar de refugio, analizar sus averías y trasegar su carga. “…La idea es colocarlo en alguna posición que no sufra demasiado el barco…”, afirma el jefe del CNCS. Y remacha, “sería absurdo meterlo proa a la mar…”. Javier Gárate, director general de SASEMAR, un prestigioso capitán de la marina mercante con amplia experiencia en salvamento, le indica al jefe del CNCS, Pedro Sánchez, también capitán, que en ningún caso han de llevar al PRESTIGE “en contra de la mar o de forzar”. Lo mismo propone José Pose, jefe del centro de salvamento de Finisterre (CRCS Finisterre), un capitán con experiencia de mando en petroleros, cuando comenta con Javier Gárate que “lo normal y lo lógico, lo humano, lo técnico es dejarle [al PRESTIGE] que se abrigase en algún sitio para poder respirar”. Más en concreto, en conversación con un funcionario del Departamento de Infraestructuras y Seguimiento de Situaciones de Crisis (DISSC), órgano dependiente de la Presidencia el Gobierno, Pedro Sánchez le dice que el rumbo del PRESTIGE no es competencia suya sino de la autoridad marítima y advierte que “a rumbo norte no se puede porque [el PRESTIGE] sufre más y corremos peligro de que se rompa”. Y así sucedió. La autoridad marítima decidió alejar el buque al rumbo 320, directamente contra el temporal, y el petrolero se partió y se hundió en la mañana del día 19 de noviembre, tras seis días deambulando frente a las costas de Galicia, derramando cada vez más fuel pesado de la carga.
3. Las consecuencias contaminantes de la primera avería del petrolero, antes de ser lanzado contra el temporal, eran de escasa importancia. Los técnicos que seguían la emergencia hablan de una contaminación “bastante ligera”, “mínima”, “no grave”, que podemos cifrar en un máximo de 2.500 toneladas. La catástrofe medioambiental se produjo como consecuencia de la decisión de “alejar el buque y rezar para que se hunda”, en palabras del director general de la marina mercante, López Sors, la aciaga autoridad marítima española en aquellos momentos.
4. La opinión de los expertos era que había que conducir a bordo del PRESTIGE a los técnicos de SMIT SALVAGE, la conocida empresa de salvamento contratada por el armador del petrolero, en cuanto éstos llegaran a La Coruña. Javier Gárate dio orden expresa de tener listo un helicóptero para conducir a bordo al personal de SMIT. Pero López Sors retuvo al equipo de salvamento durante doce horas porque pretendía que a la vuelta el helicóptero trajera a los tres tripulantes del PRESTIGE que habían permanecido a bordo, capitán, jefe de máquinas y primer oficial. A esa disparatada pretensión se opuso con toda razón el capitán holandés que mandaba el equipo de salvadores, ya que les necesitaba a bordo por su conocimiento del petrolero. La obsesión de López Sors era detener a los tripulantes del PRESTIGE, cuyo comportamiento hasta ese momento había sido impecable, particularmente el del capitán, que logró adrizar el buque y salvarlo de un hundimiento inmediato.
5. El maltrato inclemente, injusto e inexplicable a que fue sometido Apóstolos Mangouras, capitán del PRESTIGE, por parte de las autoridades españolas, queda meridianamente claro en la conversación que mantienen José Pose, jefe del CRCS Finisterre, y Pedro Sánchez, jefe del CNCS. Le cuenta Pose a Sánchez que el capitán no le ha podido decir qué combustible o provisiones necesita porque no sabe lo que van a hacer con él y por tanto no puede saber qué le falta. Y José Pose añade: “…lo agarraron dos remolcadores, lo sacan a mar abierta y encima lo obligan a arrancar la máquina, tú fíjate que cosa más kafkiana (…) Y encima le ponen el barco hecho una mierda, escorado, en peligro y lo largan por ahí”. Y Pedro Sánchez le responde: “Efectivamente, te pones en su lugar y te dan ganas de…”
López Sors ha vertido incontables mentiras durante estos años para justificar lo injustificable y ha comprometido al gobierno español en la defensa de unas decisiones insensatas y erróneas. No es la menor mentira la de asegurarle al ministro y al subsecretario de Fomento que su decisión de alejar y hundir el buque contaba con la aprobación de los técnicos de la Administración marítima.