“L’Home dels Nassos” ha visitado esta mañana el reloj del puerto con motivo de su cumpleaños. El monumento portuario hizo 100 años a las 00.00 del 1 de enero y con esta visita se inaugura el programa de actos que Tarragona desarrollará durante el año 2023 para conmemorar el centenario del reloj con actos culturales, sociales, conciertos, visitas guiadas, publicaciones, etc.
Este acto simbólico precedió el tradicional baño de la San Silvestre, organizado por la Asociación de Vecinos del Barrio del puerto, que este año -gracias a las buenas temperaturas- ha reunido mucha gente. El programa de actos del muelle de Costa de puerto de Tarragona ha cerrado con una nueva edición de la carrera de San Silvestre desde el Serrallo.
No obstante, y fuera del programa oficial de actos de Navidad de la autoridad portuaria, un grupo de ciudadanos de Tarragona realizó una iniciativa popular para comer las uvas con las campanadas del reloj del puerto.
Historia del Reloj
La torre-reloj del puerto es una obra ecléctica situada en el dique de Levante, proyecto del ingeniero Francisco García de Membrillera y fechada el 1922, que está protegida como bien cultural de interés local. Forma parte de la ruta patrimonial del puerto, un recorrido de más de cuatro kilómetros que incluye una docena de elementos portuarios, como grúas, edificios emblemáticos, embarcaciones… El reloj sustituía los toques de trompeta que un trompetero hacía para indicar el inicio y el final de la jornada laboral. La construcción del reloj se le atribuye a Josep Rigau Marot, que fue homenajeado por la Autoridad Portuaria de Tarragona en 1992 en motivo del centenario de su nacimiento y como reconocimiento a la tarea de mantenimiento del mencionado reloj llevada a cabo a lo largo de los años.
Se trata de una torre de 15 metros de altura en forma de templete, de estilo neoclásico, que contiene la cabina del reloj. Está coronada por una estructura de hierro forjado, que recuerda las líneas modernistas, donde están las campanas, la veleta y el pararrayos. La torre tiene una base cuadrada de 3,70m de anchura y 0,80m de altura. Se apoya en una base de cuatro columnas de mármol rojizo, a los lados, y una central, de gran diámetro, con paredes de hormigón que sostiene la coronación del templete y la maquinaria del reloj. Los capiteles de estas columnas son de orden corintio, perfectamente labrados.
El reloj tiene tres esferas de 1,5 metros de diámetro que, antiguamente, tocaban las horas, las medias horas y los cuartos. Dos de las esferas están recubiertas de vidrio y la tercera se recubrió de esmalte sobre cobre para no deslumbrar a los barcos y para que no lo confundieran con el faro. El lugar correspondiente a la cuarta esfera se decoró con un mapamundi. A la cabina del reloj se accedía a través de una escala marinera de madera situada en la columna central. Como complemento, se colocó el escudo del cuerpo de obras públicas sobre un plafón, además de un termómetro, un anemómetro y un pluviómetro.
La ubicación y los materiales empleados responden a la normativa de puertos. Las esferas del reloj tenían que estar dispuestas a 12 metros de altura sobre la rasante del muelle y precisaba materiales reflectantes, por lo cual se construyó la torre al andén superior del dique de Levante.
El reloj se construyó para el servicio del personal de marinería de los barcos, estibadores, consignatarios, comerciantes y trabajadores de la junta de obras del puerto. En 1921, se inició el proyecto a petición de las entidades comerciales y obreras de la ciudad a la junta de obras. Parece que, inicialmente, este proyecto generó cierta polémica, tal y como refleja el acta de 30 de abril de 1921 del pleno de la junta, conservada al archivo histórico del puerto. En esta acta se declaraba que no era aconsejable la instalación de un reloj de campana en el puerto, considerando que el Ministerio de Fomento no tenía que intervenir en las cuestiones referentes a patrones y obreros. Aun así, la decisión restaba a disposición de la junta de obras, a pesar de se ponía en entredicho si este proyecto era realmente de interés general para el puerto. Finalmente, y en una decisión salomónica, se acordó que los gastos de adquisición del reloj irían a cargo de las entidades solicitantes y las de construcción de la torre las asumiría el Puerto.
Así, el 15 de febrero de 1922 se firmaba el proyecto de templete y cabina para un reloj de campana en el dique de Levante. El plazo de ejecución se establecía en tres meses y el presupuesto era de 12.559,06 pesetas (75,5 euros). La inauguración tuvo lugar el Año Nuevo de 1923.
Tras varias intervenciones, en 2006 se restauró el templete y se sustituyó la maquinaria del reloj por una digital. Actualmente, la antigua maquinaria restaurada está expuesta en el museo del puerto.
Hace dos años, en junio de 2020, la autoridad portuaria emprendió unas obras de restauración para conservar mejor este monumento del patrimonio portuario de la ciudad.