La página en red de PIPE (plataformaipe.com), presentación sobria, exhibe, entre otros, unos textos sin firma, es decir, asumidos por la plataforma, que tratan los que ellos consideran problemas del sistema portuario español y las soluciones genéricas que proponen para resolverlos. En ningún momento mencionan el informe que encomendaron a Price Waterhouse Cooper (PwC), titulado “Propuestas para la mejora de la competitividad de los puertos españoles”.
Un informe bien construido, enfocado al análisis y la estimación de los impactos que se generarían en el transporte marítimo de mercancías en los puertos de titularidad estatal debido a la implementación de una serie de reformas en el modelo portuario actual, cuyas conclusiones, como era de esperar, debieron colmar los deseos de los mandantes, gestores de concesiones portuarias en operaciones de estiba y desestiba. Unos impactos impactantes.
Tres son los factores que analiza el acaudalado consultor británico, una multinacional dedicada a refinar y destilar ideología capitalista, sección siglo XIX, al examinar los costes de paso de las mercancías por los puertos españoles. Tres factores, sostiene PwC, cuya reforma llevaría a enormes beneficios. El primero, el servicio de manipulación de mercancías, para el que se propone una reducción del 67 por ciento de sus costes a base de reducir salarios, flexibilizar turnos y composición de las “manos”, hasta alcanzar la mejor situación negociadora respecto a los trabajadores. En sus propias palabras: la mejora en la posición negociadora de estas empresas, unida a la pérdida de poder del colectivo de estibadores traería asociada una mejora en las condiciones de los servicios prestados.
El segundo factor estudiado, una bofetada a Puertos del Estado, aboga por la contención severa de las obras innecesarias realizadas en la mayoría de los puertos. Durante los últimos años las Autoridades Portuarias han adoptado una política de fuertes inversiones en infraestructuras portuarias, mientras que la crisis reducía su uso, derivando en una sobrecapacidad (utilización media del 37%), en muchos de los puertos españoles.
El tercer factor, lógicamente, trata de las elevadas tasas portuarias. Lean: El sistema portuario español se caracteriza por contar en media con unos niveles de tasas elevados, que afectan de manera negativa a la competitividad de los propios puertos nacionales. Esta situación contrasta con la “saneada” situación financiera media del conjunto del Autoridades Portuarias (sic), que presenta elevadas rentabilidades anuales y altos niveles de caja en su balance, y que ha llevado a cabo durante los últimos años fuertes de inversión (sic) en infraestructuras, que en muchos casos han resultado improductivas.
Logrados esos objetivos, en una cadencia que recuerda la fábula de la lechera, los beneficios para la economía, alcanzarían cotas extraordinarias. Por ejemplo: el coste de la venta de mercancías al extranjero por vía marítima se reduciría; el coste de las importaciones por vía marítima también disminuiría; el coste de adquisición de las mercancías del comercio nacional que se transportan por vía marítima también experimentaría un descenso; y finalmente, se reduciría del coste del tránsito internacional de mercancías en los puertos españoles.
De esta cadena de rebajas, reducción de costes, se deduciría, sostiene PwC, una sucesión de aumentos, incrementos, desarrollos y demás. Veamos: aumento de la producción de las empresas localizadas en España; incremento del empleo; incremento de la renta real disponible y del ahorro de los hogares; y, last but not least, aumento de la recaudación fiscal.
El trabajo de PwC no escatima gráficos para ilustrar y decorar sus extraordinarias conclusiones. Más que extraordinarias: por cada euro de reducción del coste portuario se obtiene un incremento del PIB de 2,12 euros (3,16euros reales) y un incremento de la recaudación fiscal de 0,78 euros. El incremento de la renta de los trabajadores por cada euro de reducción de costes sería de 0,85 euros (1,33 euros reales). El ratio de empleos creados implica que se crearían 27 empleos por cada millón de euros de reducción de los costes portuarios totales.
Estamos, sostiene PwC, en un momento clave. No explica qué significa eso (siempre puede ser momento clave), pero a lo largo del informe deja claro que donde dice competitividad, un concepto tan manoseado como ambiguo, quiere decir cuenta de resultados, rubro éste mucho más tangible. Y que la competitividad se consigue recortando salarios y derechos, tasas e impuestos, o sea una fórmula tan vieja como la sopa de ajo. Sería deseable, en aras al espíritu de transparencia que sin duda inspira a los gestores de la PIPE, que informaran del coste del informe y que de paso lo publicaran íntegro en su página en red para solaz de sus miembros y visitantes.