Hace unos días leí diversas opiniones sobre la Operación Paso del Estrecho (OPE) dos de las cuales llamaron mi atención. La primera proponía que la OPE fuera prohibida por determinadas ciudades fronterizas españolas; la segunda clamaba contra los problemas que provocaban las horas de espera en los puertos afectados, con los consiguientes atascos circulatorios en las ciudades, ocasionados por los magrebíes que vuelven a sus lugares de origen para pasar las vacaciones y sus fiestas religiosas, todo ello sin ningún beneficio económico para las poblaciones que deben soportar esos inconvenientes. Podría citar más, pero creo que estas son las más representativas de una forma de pensar de buena fe, por supuesto, pero peligrosa por su influencia en determinados sectores de la población.
Estas manifestaciones de determinados cargos públicos son debidas, en gran medida, a la magnitud que representa el movimiento de millones de personas de un continente a otro, sumado al desconocimiento de la operativa del complejo mundo marítimo. Acostumbrados a mandar, los políticos suelen caer en este tipo de planteamientos. Recuerdo uno muy significativo en el puerto de la Bahía de Algeciras: por problemas de mal tiempo en el Estrecho y por lo tanto disminución del número de rotaciones de los buques, se saturaron las explanadas de espera; entonces, un alto cargo de la OPE propuso que se embarcara a los pasajeros en los barcos, zarparan con los viajeros a bordo y esperaran en la mar hasta que pudieran atracar. De esta manera, decían, se descongestioná el puerto. Evidentemente me negué. Primero por humanidad ante el sufrimiento de miles de personas encerradas en un barco y sometidas a los vaivenes de un medio hostil. Y en segundo lugar por seguridad ante posibles motines a bordo al ver la costa tan cerca y no poder alcanzarla. Las discusiones fueron duras y farragosas porque la pirámide política es la que es.
La OPE o “Marhaba”, nombre con el que se la conoce en el reino Alahuita, es una operación compleja cuyo diseño se prepara con meses de antelación bajo el paraguas del Ministerio del Interior, el cual coordina a varios ministerios, entre los que cabe destacar, por su importancia, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA), a través de la Dirección General de la Marina Mercante. Tanta es su relvancia que la OPE no se cierra hasta que las autoridades marítimas de España y Marruecos se ponen de acuerdo en el número de buques y puertos que van a intervenir de manera significativa en la zona del estrecho de Gibraltar.
Una vez cerrados todos los flecos se produce una reunión conjunta entre España y Marruecos donde quedan establecidos cada uno de los puntos concernientes a la Operación Paso del Estrecho, así como la cooperación entre ambos países ante cualquier emergencia. Queda claro, por tanto, que la OPE no es una maniobra al azar, con la particularidad de que, una vez pasada la misma, se estudian las debilidades y fortalezas para mejorarla al año siguiente.

Respecto a los atascos en las carreteras y la aglomeración de coches en las explanadas de espera, cierto es que causan incomodidad a los residentes, de manera singular en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, pero son situaciones puntuales. Además las autoridades involucradas en la OPE deberían prevenirlas para esos picos de afluencia de personas y coches, pues están representadas en las reuniones conjuntas entre España y Marruecos. No representa, pues, ninguna sorpresa lo que va a suceder, tienen un año para estudiar las deficiencias que se producen y tratar de aminorarlas, o anularlas si es posible, para el siguiente año. Sin embargo, a la vista de lo que sucede año tras año parece que el planteamiento es: pasaron los problemas y a esperar hasta el año que viene. Es verdad que las fronteras tienen las dimensiones que tienen, son como son y no se puede hacer más, pero en las explanadas de espera deberían habilitarse servicios humanitarios suficientes para hacer menos incómoda la espera.
Respecto al tema económico, aludido en algunos comentarios con el argumento de que no dejaban ningún beneficio a las ciudades, tampoco es verdad, pues, se calcula que el gran movimiento de personas que supone la OPE deja en España unos 1500 millones de euros, y constituye un serio factor dinamizador económico y laboral para las estaciones de servicio, cafeterías y puertos, que ven incrementadas muy significativamente las tasas durante estas fechas. El beneficio económico de los puertos de Algeciras, Tarifa, Ceuta y Melilla repercute sin duda en las respectivas ciudades, beneficiadas adcemás por la visibilidad internacional que consiguen. En estas fechas, el tráfico de viajeros de los puertos que participan en la OPE se incrementa entre el 60 y el 90%.
Ante estas cifras, algunos representantes políticos deberían ser más prudentes en sus manifestaciones públicas, evitando crear confusión entre las poblaciones afectadas.
La OPE o “ Marhaba” seguir´ña siendo necesaria mientras no se construya, por el estrecho de Gibraltar un túnel subterráneo que una el sur de España con el norte de Marruecos., por lo Así pues, teniendo en cuenta la realidad de los puertos de Algeciras, Tarifa, Ceuta, Melilla y Tánger Med, con un mar y un océano por medio sometido a los avatares climatológicos y unos buques operando al máximo rendimiento, siempre habrá la probabilidad de averías, mal tiempo y aglomeraciones en los puertos. Corresponde a las autoridades responsables facilitar la espera de las personas de la mejor manera posible, pues de los beneficios obtenidos se debería destinar una partida para estos menesteres.