Verdad es también que parte de la solución parcial de problema, que no definitiva, es la dotación, en los buques que navegan por la zona, de equipos armados de profesionales preparados para este trabajo.
Sin embargo, otras zonas de la geografía mundial siguen azotadas por el fenómeno, como es la costa del golfo de Guinea. Justo hace un mes, en Junio pasado, desapareció el buque petrolero FAIR ARTEMIS con bandera liberiana y propiedad de una naviera griega, con 12.800 toneladas de peso muerto, construido en 2008. El FAIR ARTEMIS, que apareció ocho días más tarde en la zona, sufrió el robo de su carga (gasoil) y de otros equipos del buque. Los veinticuatro tripulantes estaban en buen estado.
Este ha sido el último secuestro de un rosario de actos de piratería y ataques a mano armada que se producen contra todo tipo de buques en el golfo de Guinea.
Hemos sabido que nuestro ministro de Defensa, Pedro Morenés, ha manifestado recientemente en el Parlamento la proximidad de una iniciativa común en los países de la UE para tratar de poner coto a estos actos en el golfo de Guinea. Cosa que seguramente ocurrirá pues la zona, rica en productos petrolíferos y gas (sobre todo el delta del rio Níger), y en materias primas y minerales estratégicos (cacao, café, wolframio, etc.), representa un factor de gran importancia para la economía mundial y fundamentalmente para la economía de Gran Bretaña en cuanto a los mercados financieros de materias primas y petrolíferos que necesitan por encima de todo estabilidad.
Pero mucho nos tememos que las medidas, militares o policiales, van a ser una solución temporal, como las de la costa de Somalia. La piratería y los ataques armados a buques se producen en zonas donde los Estados ribereños no ejercen una acción de dominio sobre sus aguas territoriales; porque son estados fallidos como es el caso de Somalia, o por su debilidad. Por la dejación de que hacen gala los gobiernos de las poblaciones costeras, sin medios ni recursos, con ataques desmedidos y frecuentes a sus zonas pesqueras (léase pesqueros coreanos y rusos descontrolados), y en general la falta universal de medios y recursos de subsistencia que les lleva a buscarse la vida de formas harto desordenadas. Recuérdense aquí las noticias de robo de petróleo en los oleoductos del delta del rio Niger, en Nigeria, uno de los Estados más ricos del mundo y también uno de los más corruptos e inestables, con un abandono endémico de sus aguas territoriales y poblaciones costeras.
Habrá muchos marinos que habiendo navegado por aquellas aguas recuerden como se debían doblar las guardia en los buque fondeados para tratar de evitar los asaltos.
Y.. ¿Qué es lo que pasa en Somalia? Pues má de los mismo: pobreza y confusión en una zona que no necesita más que la retirada de las fuerzas militares y policiales para que volvamos a ver lo mismo que hace cuatro años. Sólo la acción policial-militar está evitando y haciendo desaparecer de la superficie las acciones piratas.
¿Y en los estrechos de Malaca? Pues no nos vamos a repetir. El gobierno malayo está por la creación de una fuerza de policía naval para reprimir la piratería y el robo/asalto armados a los buques que pasan por los estrechos, zona ésta de gran tráfico marítimo.
Y pronto, créanme, veremos no sólo robos a pesqueros que ya ocurren, si no piratería en toda la línea en las aguas ecuatorianas del Pacífico si la IMO, la ONU y los gobiernos afectados no lo remedian.
Barbanegra, Morgan y Jack el Negro ya no barloventean por el Caribe; pero la insurrección contra la miseria, el hambre y la corrupción siguen siendo actualidad en la Humanidad del siglo XXI, y las consecuencias en estos casos las sufren, como entonces, también los marinos