Sirvan la bandera oficial de Ucrania, y su (oficioso) escudo, de introducción a ese hermoso país. El azul del cielo y el amarillo de las gigantescas cosechas maduras de trigo ofrecen una pintura de las grandes planicies ucranianas en verano. Siempre se la ha considerado el granero de Europa, como bien sabía Hitler, que se apresuró a invadirla. El antiquísimo escudo es claramente un tridente (tryzub), aunque se discute sobre su significado. Algunos hablan de un halcón cayendo en picado, otros de la santísima Trinidad, pero yo deseo inclinarme por una interpretación personal más marinera y poética: se trataría del símbolo de Poseidón, el dios del mar de la mitología griega, Neptuno en la romana. En todo caso nada tiene que ver con la esvástica de los nazis, que algunos quieren ver escondida en su complejo diseño: se trata de un símbolo de una antigüedad de al menos ocho siglos.
En general, no voy a entrar aquí en la gran tragedia de nuestros días: la injustificada e injustificable invasión rusa de Ucrania. Lo he hecho en un artículo reciente: “¿Por qué debemos enviar armas a Ucrania? Una reflexión desde la izquierda” (https://blogs.publico.es/version-libre/2022/05/07/por-que-debemos-enviar-armas-a-ucrania-una-reflexion-desde-la-izquierda/). Baste decir aquí que se trata de una invasión esencialmente destructiva, que no se detiene, antes al contrario, se intensifica, en zonas residenciales, hospitales y escuelas. Aquí me limitaré a considerar algunos aspectos de su impacto sobre las zonas portuarias y el tráfico marítimo, así como algunas de sus consecuencias.
Los puertos ucranianos
En 2021 Ucrania fue al mayor exportador de trigo del mundo. También exporta maíz y otros tipos de grano, como pipas de girasol, siendo el más importante suministrador de maíz de China. Ucrania tiene cinco puertos principales, a través de los cuales exporta sobre todo grano. Tres de ellos están en la zona occidental del istmo de Crimea: Odesa, Chornomorsk (antes Ilyichevsk) y Yuzhny; los otros dos en el mar de Azov: Berdyansk y Mariúpol. Los puertos de Crimea fueron ocupados militarmente por Rusia en 2014; ninguno era importante comercialmente, aunque sí como receptores de cruceros de turismo, que se ha hundido desde entonces. La base naval de Sebastopol era ya rusa antes de la ocupación, aunque compartida con Ucrania.
De entre ellos, Odesa es el más importante, siendo además una notable base naval. Su capacidad anual de carga es de más de 40 millones de toneladas, entre ellas 21 de carga seca y 25 cargas líquidas. Además, puede manipular anualmente contenedores por casi un millón TEU. Odesa constituye una gran zona industrial, química, de refino, metalúrgica y de procesamiento de alimentos. Su terminal petrolera posee cinco muelles de atraque para buques de hasta 250 m de eslora, tanques para más de 600.000 m3 de petróleo (crudo y derivados), y 6.000 m3 de gas líquido. Posee también terminales de tránsito de carga y de pasajeros. Además, Odesa es una de las ciudades más turísticas del país.
Los puertos de Chornomorsk y Yuzhny comparten parcialmente el mismo hinterland que Odesa, pero son menos importantes. En Chornomorsk destaca su terminal de grano, con 38 silos, y una capacidad de manejo de 4 millones de toneladas anuales. Yuzhny posee modernas terminales de petróleo y de fertilizantes. Entre esa zona y el istmo de Crimea hay también dos puertos fluviales importantes. Uno es Mykolaev, en el río Bug, con un gran astillero, donde por cierto se construyeron muchos buques de guerra soviéticos. El segundo es Khersón, en el delta del gran río Dniéper, en su ribera occidental. Con un hinterland riquísimo, incluye astillero, terminal ferroviaria, fábricas de maquinaria, y una importante industria alimentaria, dado lo rico de las fértiles tierras de su oblast (provincia).
En el lado oriental del istmo de Crimea, ya en el mar de Azov, tenemos Berdyansk y Mariúpol. El primero es el puerto natural de toda la importante región de Zaporiya. No es muy grande, con sólo dos líneas de atraque, pero posee terminales de petróleo, contenedores y una de grano, que maneja 1,5 millones de toneladas al año. En estos tiempos de guerra, su nombre se ha hecho más conocido por haber albergado buques de guerra rusos, algunos de los cuales han sido destruidos por misiles ucranianos.

Mariúpol es el gran puerto ucraniano del mar de Azov, situado cerca y al oeste de la desembocadura del río Kalmius. Con 74 hectáreas portuarias y una longitud de atraques de más de 4 km, era la puerta de la importante región industrial del Donbás. Hasta ahora recibía más de 2.500 buques al año, que movían 17 millones de toneladas de carga. Carbón, grano, hierro y acero eran sus principales productos de exportación. La gigantesca acería Azovstal, ahora tristemente famosa por su completa destrucción a manos del invasor, preside toda la zona.
La guerra y su impacto
La consecuencia inmediata de la guerra sobre los puertos ucranianos y el tráfico marítimo es brutal: los puertos están todos oficialmente cerrados por el Gobierno ucraniano, y el tráfico marítimo interrumpido. Los puertos del mar de Azov están temporalmente ocupados por el ejército ruso, que los mantienen bloqueados. Los de la zona de Odesa siguen estando bajo control ucraniano, pero los buques de guerra rusos impiden todo tráfico hacia o desde ellos. Para el resto del mundo ello supone ante todo el cese a la importación de grano ucraniano.
La pequeña Armada ucraniana quedó ya confiscada, o destruida, a raíz de la invasión rusa de Crimea en 2014, pues su base naval era precisamente Sebastopol, ahora en manos exclusivas rusas. La promesa de devolver algunos de los buques ucranianos de guerra nunca se materializó, con diversas excusas, siguiendo la línea de mentiras usual del gobierno de Putin. Incluso Ucrania decidió hundir el último buque aun en su poder, su buque insignia, la fragata Hetman Sahaidachny, por miedo a que también se la apropiara Rusia. La moderna fragata estaba siendo reparada en los astilleros de Mikolaev, donde hay unos importantes astilleros desde la época soviética. En ellos se armó el Moskva, buque insignia ruso recientemente hundido por misiles ucranianos en el mar Negro, en la mayor victoria naval ocurrida hasta ahora. Una decena de otros buques rusos han sido destruidos también, con el mismo procedimiento. Mikolaev aún está libre del invasor, pero los rusos ya la bombardean, por dar paso a la región de Odesa, donde radican los importantes puertos descritos.
El invasor ruso impide la salida de buques con grano desde los puertos que ha ocupado, Berdyansk y Mariúpol. En conjunto hay unos 70 buques bloqueados en los puertos ucranianos, lo cual afecta también a numerosas tripulaciones, que han quedado prácticamente prisioneras de la violencia rusa, que no respeta las leyes marítimas, ni ninguna otra ley internacional. La peor suerte la están corriendo los buques atrapados en Mariúpol, cuyas tripulaciones no pueden ser evacuadas fácilmente a territorio seguro. Según la International Chamber of Shipping, en conjunción con la International Maritime Organization, más de 100 buques se han visto afectados por los bloqueos, que incluyen tripulantes de 27 nacionalidades. Aunque se han podido evacuar un buen numero de esos tripulantes (unos 1500 desde marzo), unos 500 estaban atrapados todavía a primeros de mayo.
Igualmente, el agresor impide, con la amenaza de hundimiento, la salida de buques graneleros desde Odesa y sus otras zonas portuarias. De hecho, varios buques mercantes han sido atacados por Rusia, alguno incluso hundido. La posible vía de salida del grano a través de un puerto rumano, mediante transporte ferroviario desde Odesa, ha quedado muy comprometida por los bombardeos rusos del estratégico puente levadizo de Zadoka, sobre el río Dniéster, situado unos kilómetros al oeste de Odesa. Una prueba más, si es que hiciera falta, de que Putin está decidido a matar de hambre a quien haga falta, con tal de bloquear las exportaciones ucranianas con el fin de chantajear a la Unión Europea.
Aunque el gobierno turco, en aplicación de su derecho histórico sobre los estrechos que dan paso al mar Negro, Bósforo y Dardanelos, los ha cerrado al tráfico de buques de guerra, ello no ha impedido que una veintena de buques rusos, que ya estaban dentro, continúen sus ataques con misiles a territorio ucraniano. Incluso se hablaba de un posible desembarco en las playas de Odesa, que aun no se ha materializado, probablemente por falta de apoyo en tierra, ante el estancamiento del ejército ruso más al oeste de Khersón. En todo caso, la zona portuaria de Odesa está bien protegida por las fuerzas ucranianas, incluyendo baterías de misiles tierra-mar y tierra-aire. Si la ansiada ocupación rusa de Odesa tuviera lugar, la situación para Ucrania sería aun más terrible, al resultar totalmente cerrada al mar, dando así lugar al cumplimiento del sueño imperialista más querido de Putin: la creación de su fantasiosa Novorusia, que se extendería desde el Donbás hasta Transnistria, arrebatada en los 90 a Moldavia.
En conjunto, todo ello implica que más de 20 millones de toneladas de grano ucraniano estén estancadas, sin salida posible hacia los países que lo necesitan para alimentar a su población. Una gran hambruna se está gestando en África y otros lugares. Rusia hace chantaje abierto con ello, amenazando con permitir esa hambruna, en la que pueden morir millones de personas. Por si fuera poco, ello puede causar una catástrofe migratoria, en la que todo el sur de Europa se vería afectado de lleno, al crearse flujos migratorios colosales, prácticamente imposibles de encauzar.

Últimamente el invasor ha declarado que si se levantan las sanciones permitirá las exportaciones, pero todos saben que sus relaciones con otros países se basan en la mentira, así que no hay la menor garantía de cumplimiento de un posible acuerdo humanitario. Es más, aunque Rusia no permite que los barcos atracados en los puertos ucranianos exporten su grano, ellos utilizan sus barcos, y otros confiscados por la fuerza, para robar grano, que exportan ilegalmente por el Mediterráneo. Varios buques han sido fotografiados muy recientemente por satélite cargando grano en puertos de Crimea, que apenas lo produce, con toda probabilidad grano robado en el sur de Ucrania. Uno de ellos ha sido fotografiado descargando grano en un puerto sirio. Se trata de un comportamiento de saqueo, si no claramente pirata.
Y ello no es nuevo, pues el ejercito ruso se ha estado comportando como esencialmente saqueador; ya se vio en los alrededores de Kiev, al liberar la zona los ucranianos. Se repartían los pequeños bienes de las casas entre los jefecillos de las unidades, como televisores, ordenadores portátiles, teléfonos móviles, etc., llegando incluso a robar ropa y zapatos, todo lo cual cargaban en camiones militares y hasta en tanques. Lo mismo están haciendo con la agricultura en las zonas ocupadas, como Khersón. Se calcula que no menos de 400 mil toneladas de grano han sido ya robadas. También roban maquinaria agrícola, que pasan a Rusia, e incluso a Chechenia. Ello sin mencionar el minado de las tierras de cultivo, para hacer imposible la cosecha de este año, y el bombardeo de almacenes de grano, para completar el panorama destructor.
La propuesta de solución más reciente es que se protejan los buques graneleros que salgan de Odesa, mediante un convoy protegido por buques de guerra de países no implicados directamente en la contienda. Se habla de Egipto, y otros países profundamente afectados por la falta del grano ucraniano. Pero ello depende de dos factores: por un lado habría que convencer a Turquía de que abra los estrechos de entrada al mar Negro a buques militares de esos países; por otro, sería necesario dar garantías a Ucrania de que Odesa no va a seguir siendo bombardeada por los misiles rusos.
Lo primero conduciría a unas posibles negociaciones a varias bandas, siempre lentas y difíciles, y Erdogan está jugando últimamente con varias barajas. Véase si no su bloqueo a la entrada en la OTAN de Suecia y Finlandia. Lo segundo exigiría que los países democráticos (que no “occidente”, como quiere Putin), suministraran muchas más armas pesadas para defender Odesa. El Reino Unido ya ha anunciado la llegada a Ucrania de potentes misiles tierra-mar, que habría que instalar en la zona de Odesa. Al parecer, también Dinamarca está a punto de ceder a Ucrania misiles ligeros tierra-mar, con sus correspondientes plataformas de lanzamiento.
Estamos en un punto crucial de esta destructiva invasión rusa, así que hay que esperar para ver los acontecimientos en un futuro cercano. Mientras los países democráticos del mundo permanezcan unidos la supervivencia de Ucrania está garantizada, y el régimen de Putin destinado a la desaparición. Los partidos que todavía se oponen al envío de armas a Ucrania, en nuestro caso lo que vengo llamando la “izquierda exquisita”, deberían abandonar un discurso que, objetivamente, es pro-Putin, que no prorruso, pues los rusos están sufriendo como el que más la enloquecida política de un líder paranoico y cruel.