
Muchos años después de que se empezara a hablar del proyecto para construir un nueva lonja pesquera e instalaciones profesionales para este sector, el puerto de Barcelona dio ayer un paso definitivo para consolidar esta actividad, una de las pocas del denominado sector primario que quedan en la ciudad. En los próximos meses la autoridad portuaria licitará las obras del nuevo edificio de la lonja y, antes de finalizar este año, se podría dar inicio a unas obras muy reivindicadas por los pescadores de la capital catalana.
El presidente del puerto, Damià Calvet, presentó en el muelle de Baleares el que será el futuro edificio de servicio para los pescadores, que contará con tres módulos, el primero de los cuales, la fábrica de hielo, ya está edificado y en servicio desde hace unos años. Se realizará con el consenso de buena parte de los miembros de la Cofradía de Pescadores, cuyo patrón mayor, José Manuel Juárez, tomó parte de la presentación.

Si bien es verdad que algunos de los miembros de la propia cofradía han señalado a NAUCHERglobal que este proyecto debería haber tomado más consciencia, si cabe, de las reivindicaciones profesionales de los 200 pescadores (aproximadamente) que forman parte de la misma, lo cierto es que se trata de una gran inversión por parte de la autoridad portuaria, unos 8 millones de euros, que buscan dar solución a dos claves: que los pescadores barceloneses puedan realizar su labor profesional en un entorno de máxima eficiencia y, por otro lado, abrir su actividad y, con ello, la cultura náutico-pesquera del puerto, al conjunto de la ciudadanía.

Se trata de un proyecto, el de la nueva lonja, que se ejecutará en un plazo de 17 meses y que no entorpecerá la actividad diaria de los pescadores. Posteriormente, una vez derruido el actual edificio de la lonja , habrá nuevos planes portuarios que implicarán la urbanización y apertura de la dársena pesquera a la ciudad.
Implicaciones históricas, sociales e importancia de la mar
Quedan pocos pescadores, pocas empresas y/o familias, que se dediquen a la pesca en Barcelona y es algo que desde el puerto quiere preservarse y bien haría la ciudad en colaborar más. Hay muchas grandes ciudades con fachada marítima, algunas de ellas cuentan con instalación portuaria de primer orden, pero sólo unas pocas tienen la historia pesquera de Barcelona y de la Barceloneta. En este sentido, los pescadores hacen bien en reivindicarlo y proponer a futuras generaciones esta profesión. Pero, en todo caso, haciéndolo desde la complicidad con el entorno del que forman parte.

Falta formación y falta, asimismo, vocación. Quizá la futura lonja y la apertura de la zona pesquera pueda mejorar la percepción de esta profesión y animar a nuevas generaciones a acceder a la pesca o sus derivadas y, en este sentido, al producto real de proximidad.
Cada vez son más los ciudadanos que están concienciados con un consumo responsable y de cercanía; y es ahí donde se quiere llegar en pro de la sostenibilidad. Lo cierto es que sin desmerecer el producto pescado por otras cofradías o la pesca importada (y generalmente congelada), el poder consumir gamba, sardina, boquerón… de los ricos y bien conservados caladeros de la costa Central es doblemente beneficioso: para el usuario final, por el mejor precio, entre otros; y para los pescadores que preservan su milenaria actividad.

También cabe acentuar otro foco de actividad más relacionado con el turismo náutico-pesquero. Hay mucha gente que va de excursión a la montaña, otros tantos que van a ver el trabajo en las granjas, muchos a los que les gustan la arquitectura o los museos… La pesca, como profesión, abre también la posibilidad de centrar el interés del turista, sobre todo del que vive en la ciudad, ávido muchas veces de conocimiento que, en este caso, también es cercano y sostenible.
La mar, esa mar “que para nosotros es como una madre”, según señalaba el patrón mayor, tiene grandes posibilidades y no solo por la actividad industrial de los puertos –que también-. La náutica, la pesca, la formación, la innovación, la economía azul, la actividad deportiva, el turismo sostenible, el recreo y el ocio, la gastronomía… son muchas las posibilidades que nos aporta el mar y, cada vez más, debemos tomar consciencia de lo que tenemos y saber transmitirlo a los jóvenes.
Apertura a la ciudad y sostenibilidad

Como explicábamos, la futura lonja de pescadores forma parte de un proyecto de remodelación integral del conjunto de instalaciones pesqueras de Barcelona. El proyecto incorpora una pasarela que se iniciará junto a la emblemática Torre del Reloj, que será abierta al visitante, y pasará a lo largo de todo el edificio, y unos grandes ventanales permitirán que los visitantes puedan ver la actividad que se realiza dentro, especialmente la subasta del pescado. Los pescadores negocian el poder abrir un local de venta directa. Sería, sin duda, un acierto. También habrá un espacio gastronómico cuya demanda para concesionar debería estar estrechamente relacionada con el producto local de la propia lonja.

Para Damià Calvet “la administración portuaria tiene el deber de velar porque nuestros pescadores dispongan de las infraestructuras necesarias para desarrollar su actividad en las mejores condiciones”. Y, en este sentido, “la nueva lonja es un proyecto transparente que permitirá que los visitantes vean la actividad que se desarrolla. Queremos acercar la actividad pesquera y la cultura del mar a los ciudadanos”.
Para Juárez, “con estas nuevas instalaciones seremos pioneros y ejemplares en la difusión de la cultura de los pescadores y de la cultura marinera”.
Primera comunidad energética del Puerto de Barcelona
La lonja acogerá, además, la primera comunidad energética del puerto de Barcelona. Se trata de un sistema de autogestión capaz de producir energía de origen renovable para ser gestionada y consumida en sus propias instalaciones.

Así, la comunidad energética del muelle de Pescadores aprovechará las superficies de las cubiertas existentes y futuras (almacenes, aparcamientos y lonja) para ubicar un sistema de placas solares que permitirá alimentar las diferentes instalaciones del recinto (fábrica de hielo, lonja, etc.). La instalación fotovoltaica y de almacenamiento situada en las cubiertas contará con 359 placas solares que generarán una potencia nominal de 100 kW y una capacidad de almacenamiento de 70kWh, lo que permitirá un ahorro anual de 54 toneladas de CO2.
Por otro lado, como explicábamos anteriormente, el proyecto que incluye la construcción de un edificio de 3.233 m2 y la urbanización del entorno, de 24.103 m2, estructurará la futura lonja en tres bloques con el objetivo de hacer más eficientes los servicios que requieren las diferentes modalidades de pesca que se desarrollan en Barcelona y que comportan las capturas de pescado azul y blanco. Esta separación por tipología agilizará, a priori, las subastas y los procesos de preparación, envasado y facturación del producto final.