Vicenç Forner hizo un discurso contenido, emocionante, hilvanado a base de numerosas anécdotas y experiencias que entremezclaba con datos y hechos históricos. Lamentó la pérdida del rompeolas, un paseo ciudadano en el que –confesó- se engendraron numerosos hijos de la Barceloneta. Reconoció que la movida de los Juegos Olímpicos, que abrió Barcelona al mar, les cogió desprevenidos. Se detuvo en los olores, los colores y las gentes de la mar que pueblan la Barceloneta. Y pidió al puerto que no les deje fuera del futuro, pues “el puerto es parte de nuestra vida”.
Por su parte, el decano de la Facultad, Santiago Ordàs, en una intervención en clave doméstica deslizó algunos temas profesionales (titulaciones, prácticas profesionales, etc.) envueltos en la “preocupación de la Universidad por estar al lado de las empresas y de la sociedad”.