En primer lugar hay que hacer un ejercicio de imaginación y remontarse a los años 50 para imaginar el paisaje, una pequeña bahía con unos 500 metros de flecha y al fondo un pueblecito de pescadores, una playa y un muelle con un calado que llegaba a los 12 metros. Todo ello rodeado de montañas con su carretera de acceso. Este paisaje se conservaba inmaculado desde la época de los romanos, incluso con el pequeño puerto. Encima del pueblo había una mina, algo natural en una zona que desde la antigüedad ha sido famosa por sus explotaciones mineras.
Hoy la bahía ha desaparecido completamente, el mar se encuentra a 500 metros de las casa del pueblo y el viejo pantalán del puerto, con sus norays de mudos rtestigos, está abandonado en tierra firme, rodeado de maleza y cañaverales
La historia que nos contaron fue que, a partir de los años 50 del pasado siglo, la mina comenzó a lavar sus desechos con agua de mar y a verter los residuos en la bahía, algo que lamentablemente no es nuevo ni Portman ha sido la única víctima.
Lo realmente sorprendente y la causa de nuestro estupor es que esta práctica se ha repetido durante ¡30 años! Indudablemente empezó en la época franquista, pero siguió en plena democracia. La explotación a fondo de la mina comenzó en el año 1957 y los vertidos contaminantes continuaron hasta 1986, después de un escándalo mediático que organizó Greenpeace.
No voy a entrar en detalles sobre todo lo ocurrido en estos años que es muy extenso y seguro que hay expertos que lo conocen mucho mejor. Mi intención es expresar el profundo impacto sufrido por todos los que llegamos allí y los interrogantes que pasaron por nuestras cabezas.
¿Cómo es posible que en todos esos años nadie haya protestado, o si lo ha hecho no se le haya escuchado? El retroceso de la costa día a día y algo tan evidente como el alejamiento de la playa de los pies de tu casa, hasta una distancia de 500 metros, no es algo que se pueda ocultar fácilmente. ¿Qué intereses impedían acabar con esos vertidos desastrosos? ¿Eran sólo económicos o había algo más? ¿Se protegió a una mayoría, los mineros, frente a una minoría, los pescadores? ¿Qué interferencias políticas hubo? ¿Cómo pudieron ocultar durante tantos años una de las mayores catástrofes ecológicas del Mediterráneo?
Cuando en los años 80 se cerró la mina, con intervención de Greenpeace y otros colectivos, lo más probable es que ya no resultara rentable.
Quienes veíamos por primera vez la bahía de Portman, aun conociendo la historia del crimen medioambiental que allí se había perpetrado, no podíamos evitar la impresión por el tamaño descomunal de los vertidos contaminantes ni la incredulidad ante 30 años de desidia y de silencio ante el mayor desastre ecológico del Mediterráneo. ¡Nunca más!, gritábamos sin palabras.