Recién aterrizado en el puerto del Masnou, en el que ejerce de capitán desde principios de este año en sustitución de Francisco Peinado, Jorge Bonal se ha encontrado sobre la mesa de forma inmediata el proceso de renovación de la dos concesiones, que la infraestructura abordará de forma conjunta. Procede del Puerto Olímpico de Barcelona, donde estuvo 14 años hasta que el Ayuntamiento de la capital catalana decidió gestionar directamente a través de la empresa pública Barcelona Serveis Municipals (BSM) la concesión del puerto, que hasta ese momento correspondía a la compañía privada Pobasa.
¿Por qué el cambio desde Barcelona al Masnou después de 14 años?
He estado 14 años en el Puerto Olímpico, periodo en el que me desarrollé laboralmente y en el que me rodeé de buenos profesionales que teníamos claros los objetivos a cumplir, entre los cuales el principal era lograr la viabilidad de una instalación portuaria, la satisfacción del usuario, el cumplimiento de los requisitos legales y que esta fuera rentable. En este ámbito, creo que conseguimos ser un referente. Desde febrero del año pasado, en que la gestión cambió de manos y pasó a la empresa pública BSM tras el traspaso de competencias de la Generalitat, me di cuenta de que no estaba muy identificado con el proyecto, ya que era volver a hacer cosas que ya se habían planteado anteriormente. En este contexto, aprovechando que Francisco Peinado se jubilaba, Fernando Mestre, director del puerto del Masnou, me ofreció la plaza en la capitanía.
Desde un punto de vista personal y dada su experiencia en Pobasa, cómo cree que debería ser el sistema de gestión de un puerto y la fórmula de las concesiones?
Inicialmente, el sistema parecería adecuado, ya que la Generalitat es la propietaria de la instalación en cuánto que son terrenos de dominio público. El hecho de que ponga a concurso la concesión es la mejor manera de garantizar de que el ciudadano tenga la mejor infraestructura portuaria posible. En el caso de Barcelona, desde el momento en que la gestión de la concesión la lleva una empresa pública como BSM y se ha cambiado el sistema, el mantenimiento y las inversiones de la infraestructura les van a costar dinero al contribuyente. Antes no era así. En el anterior modelo, la empresa privada asumía la inversión, aunque luego lo repercutiera sobre los titulares de los amarres, de los usos de embarcaciones o los propietarios de los locales de restauración. Pero ahora, como la concesión la gestiona una empresa de capital 100% público, la inversión se reparte entre todos los ciudadanos.
Es cierto que con la nueva orientación se está apostando por integrar el puerto en la ciudad, aumentando el espacio de ocio y disfrute de las instalaciones por parte de los barceloneses, pero en la gestión de un puerto nunca se debe olvidar el aspecto náutico. Antes de nada, un puerto es una infraestructura en la que se desarrolla una actividad náutica. Una vez consolidada esta, se le pueden añadir nuevos usos y proyectos.
¿Cuál son los primeros objetivos qué se marca como capitán del puerto deportivo del Masnou?
El reto principal que tenemos a corto plazo es la renovación de la concesión. Primero, paradójicamente, caduca antes la concesión de la parte nueva y luego la de la zona más vieja, ya que las adjudicaciones antes se aprobaban para un periodo de tiempo más largo. En esta primera etapa, intentaremos unificar las concesiones. Posteriormente, estudiaremos si nos conviene una prórroga o preparar un concurso para renovarlas. De hecho, la concesión de la parte antigua finaliza el 1 de julio de 2022 y la de la parte nueva lo hace este mismo año: el 19 de junio de 2021. En este caso, en el Masnou, que es un puerto con una consolidación náutica enorme y con más de 1.000 amarres, tenemos la tarea de presentar un proyecto atractivo para la Generalitat de Catalunya y para el ciudadano y que nos renueven 30 años más la concesión.

¿Cómo está cambiando la pandemia de la Covid-19 la gestión del día a día de un puerto deportivo?
Durante esta crisis, se ha demostrado que la práctica de la navegación de recreo permite cumplir con las recomendaciones sanitarias que efectúan las autoridades para minimizar los riesgos de contagio por coronavirus. En el caso de la náutica, las actividades no se han visto afectadas, excepto las restricciones de movilidad municipales. En cambio, la pandemia sí que está derivando en un fuerte impacto en los servicios asociados al puerto, como puede ser la restauración. A falta de cerrar el año 2020, la caída del volumen de la actividad rondará el 20% y de gasóleo se vendieron 80.000 litros menos que en 2019, lo que representa un descenso del 27%.
¿De qué forma se está reorientando la actividad tras la menor llegada de turistas?
Es cierto que ha bajado la afluencia de usuarios náuticos como de ciudadanos que hacen uso de las instalaciones externas, como los restaurantes, pero continuamos teniendo una base de clientes del puerto que es muy local. Últimamente sí que estamos notando que el confinamiento es municipal durante todos los días de la semana. A parte de las prohibiciones, que impiden a un turista extranjero venir al puerto del Masnou, creo que lo que tardará en recuperarse es la confianza en los requisitos para poder volar o asociar los destinos como lugares seguros.
¿Hacia dónde se deben enfocar estos valores de confianza?
Es necesario asociar la náutica de recreo a una actividad segura, practicada con tu burbuja de convivencia habitual. Este es uno de los valores añadidos. También hemos de tener en cuenta que en los últimos años, y la pandemia lo ha acentuado aún más, han cambiado las formas de propiedad de los usuarios. Por eso, las marinas y los puertos deportivos estamos trabajando en potenciar y ofrecer facilidades al chárter náutico para satisfacer esta nueva demanda. Este tipo de cliente necesita una serie de requerimientos, diferentes al del propietario de un barco. La clave y el compromiso es equilibrar la oferta de estos nuevos tipos de consumidores con la tradicional a los propietarios de embarcaciones.
¿En qué se concreta la apuesta por la sostenibilidad del puerto del Masnou, que en 2019 recibió el certificado Biosphere 2019?
Tenemos claro que debemos aspirar a ser un referente en la gestión mediambiental. De hecho, tanto Fernando Mestre, director del puerto, como yo, que ya trabajamos juntos en Pobasa, que gestionaba el Puerto Olímpico de Barcelona, creemos que es una inversión a medio y corto plazo. Como ejemplo, durante el mes de febrero sustituiremos 112 luminarias tradicionales por otras LED. No debemos nunca olvidar que la viabilidad del negocio portuario, marítimo y náutico depende de algo tan esencial como que el mar esté cuidado.