Recientemente el Parlamento vasco puso un nuevo ladrillo en el muro. Lo hizo cuando los socialistas demandábamos hacer de nuestra Escuela Superior de Náutica y Máquinas Navales de Portugalete un referente internacional. Que los futuros hombres y mujeres de la mar que salgan de este centro sean los más capacitados. Que lo sean con pleno dominio de las materias con las que tendrán que enfrentarse a su trabajo. Y con pleno dominio del idioma que se maneja en los océanos. Por eso queríamos que se impartiesen las clases de posgrado y los masters en inglés.
La propuesta no parecía que pudiese concitar rechazo si los parlamentarios y sus grupos actuasen desde el puro conocimiento de la realidad marítima a la que se incorporan nuestros jóvenes tras sus estudios de náutica. Y menos aún si desde el Parlamento se actuase también en coherencia con lo que la sociedad en su conjunto demanda, una universidad cercana a las empresas, que prepare a nuestros jóvenes para su inserción en el mundo laboral.
De nada valieron los argumentos en los que basé mi intervención, pormenorizando las labores a las que se enfrentan los marinos en el mundo de la mar, y que se aplican además de en los barcos, en nuestros astilleros, en nuestros puertos, en nuestras consignatarias, en nuestras agencias de embarque, en nuestra industria auxiliar marítima, en nuestras navieras. En resumen en un mundo marítimo, que tal como lo expresa el catedrático Eduardo Cruz Iturzaeta, “todo sucede en inglés”.
Tampoco se quiso tener en cuenta que lo que pedíamos era acercarnos a los países que siempre tomamos como referencia de lo que queremos ser. En los países nórdicos llevan años impartiendo las enseñanzas náuticas en inglés, al menos los dos últimos cursos. También es verdad que los jóvenes de estos países llegan a la universidad sabiendo inglés que es lo que deberíamos asegurarnos en Euskadi a través de una escuela pública trilingüe.
Que por medio del inglés tengamos una universidad abierta para todos los ciudadanos europeos, que Euskadi disponga de una Escuela de Náutica de referencia internacional no fue suficiente razón para que nuestros parlamentarios diesen un sí rotundo a lo que se planteaba. Y de verdad que en el debate sentí cierta vergüenza por si hubiera personas que desde otros países y también desde el nuestro lo estuvieran siguiendo. Vergüenza porque efectivamente apareció el muro, un muro frente al inglés, que pese a los intentos de disfrazarlo en la defensa de la autonomía universitaria y en no se sabe bien de un posible daño al euskera, erigieron PNV y EH Bildu.
Los dos últimos siglos son reflejo de que los muros caen más temprano que tarde y debemos recordar los muros caídos y los que, como el actual vergonzoso muro a los refugiados, caerán. No hay muro que resista a la globalización, a internet o al inglés. Y nuestra sociedad a la vez que más euskaldún, será más inglesa.
Negar la impartición de las clases de los estudios marítimos en inglés a los jóvenes que optan por las enseñanzas náuticas es negarles un futuro de inserción laboral. Es no apostar por la internacionalización que es el mundo en el que van a desarrollar su vida. Lo malo es que los del muro lo saben, y también saben que lo que han hecho con sus votos no lo entienden los padres y la madres de los estudiantes afectados.
De esta manera, con este nuevo ladrillo, se levanta también más alto el muro de la desigualdad. El muro que separa a quienes pueden pagarse fuera de los centros educativos el conocimiento del inglés y los que no. Los socialistas seguiremos empeñados en que todos nuestros jóvenes sepan inglés cuanto antes. Que puedan decir bai, sí o yes. Porque nadie puede dar por terminada su carrera universitaria o su formación profesional si no tiene un inglés para desenvolverse.
Hoy toca hablar de nuestros marinos y el 20 de mayo es el Día Marítimo Europeo (European Maritime Day). No celebremos este día hipócritamente desde Euskadi. ¡Derribemos el muro al inglés¡