Ese accidente, difícil de explicar, viene a suceder poco tiempo después de otro accidente similar ocurrido a otro buque de la Armada estadounidense. En Filipinas, pero sobre todo en los Estados Unidos, se debate estos días tanto las causas posibles de la varada, como el derecho del estado costero a intervenir en las decisiones de salvamento y en la investigación técnica del accidente.
Los Estados Unidos han negado de forma contundente a las autoridades filipinas la posibilidad de acercarse a la zona que han acordonado alrededor del buque siniestrado. El Gobierno de Manila, a través de las autoridades locales, Tubbataha Management Office (TMO), han protestado esa negativa de los Estados Unidos, alegando que la impunidad legal, frente a los grandes convenios internacionales, SOLAS y MARPOL, que aduce la USS Navy, no cubre todas las responsabilidades de un buque que ha causado un grave daño a un parque natural perfectamente señalizado en las cartas náuticas. Tampoco el Acuerdo para la visita de buques militares (Visiting Forces Agreement), ampara la impunidad frente a los delitos, siquiera imprudentes, establecidos por las leyes del país costero.
En cualquier caso, Filipinas sólo pretende compartir con las autoridades norteamericanas la investigación de las causas del accidente, cuyo derecho invocan aunque se trate de un barco militar.
Si bien la actitud de los Estados Unidos, en este caso, cerrada a todo diálogo, parece dar la razón a quienes tachan de imperialista la política de los Estados Unidos, la cuestión suscitada con el USS GUARDIAN puede darse mañana en cualquier otro país, con un buque militar norteamericano o de otra bandera.