Vemos, leemos y escuchamos en estos tiempos cómo los armadores, los grandes armadores, ojo, de los buques portacontenedores están engordando de manera espectacular sus cuentas de resultados. Pero, sin embargo, existe otra cara en el negocio naviero: la de los buques graneleros y los petroleros.
Los primeros están pasando un momento bastante duro y alguno de ellos ya ha tenido que llevar sus libros a los tribunales, como es el caso de United Bulk Carriers International, de Luxemburgo, operadora de mas de 20 buques entre 8.000 y 37.000 toneladas de desplazamiento, que ha presentado bankruptcy, que viene a ser nuestra situación concursal, antes suspensión de pagos, en un juzgado italiano, fruto de la situación creada por un mercado muy deprimido y los efectos de la pandemia.
A su lado, la conocida K-Line japonesa, ve sus cuentas de resultados no tan boyantes como los del año pasado y lejos de los de sus pares, sin llegar a los extremos de la anterior, siempre debido al reprimido mercado de los graneles. En cuanto a los petroleros, estos no sufren como los graneleros. Euronav, el operador europeo de buques petroleros por excelencia, ha anunciado beneficios de 531 millones de dólares en el tercer trimestre; pero no ve un futuro claro después del invierno que tradicionalmente se consume más petróleo en los países del hemisferio Norte. Si bien la incorporación de buques que fueron usados como almacén en la primavera, con la bajada de precios del crudo (como ya se ha explicado desde NAUCHERglobal), pone más tonelaje en el mercado y presiona los fletes a la baja.