El jefe de flota de Armas, Luis Méndez ha emitido una circular de aplicación inmediata, fechada el pasado 28 de marzo, que obliga a todos los alumnos de cubierta de nuevo embarque a pasar un mes efectuando labores de marinero, al objeto sobre todo, asegura la circular, de que adquieran conciencia de la naturaleza de las faenas de la marinería.
Dejemos a un lado la perplejidad ante ese objetivo prioritario, «adquirir conciencia», un sinsentido en el marco de las relaciones laborales y la formación profesional. No es una idea nueva, ni siquiera mala, que los alumnos de náutica trabajen en cubierta como parte de su formación. De hecho, el plan de estudios alemán exige que quienes deseen ser marinos pasen un tiempo embarcados de mozos o marineros antes de matricularse en la escuela de Náutica. No conozco ningún otro país que tenga ese requisito, lo que me hace pensar que la idea no es compartida por los grandes países marítimos. Tal vez porque no es buena idea. El marino necesita conocer los nudos y saber de pinturas, cabos y estiba, pero ese conocimiento se adquiere sin necesidad de pintar, coser cabos o trincar contenedores. Pero, insisto, no estaría mal que los políticos acreditaran un mínimo de años de trabajo en la empresa privada o como autónomos antes de pretender dirigir las instituciones del país. Y tampoco estaría mal que los dirigentes de los organismos públicos (empresas, direcciones generales y ministerios), supieran de la materia que han de gestionar. Y que los médicos hagan durante un tiempo de celadores; y los arquitectos certifiquen al menos un año de albañiles; y los ingenieros, al acabar la carrera, trabajen de mecánicos o soldadores o caldereros; etcétera. La teoría y la práctica.
Lo que sin duda es una mala ocurrencia, es colocar agregados a sueldo de agregados (una compensación ridícula) en el puesto de un marinero. Si el director de flota de Armas quiere mejorar la formación de los alumnos de náutica puede, entre otras iniciativas, establecer un plan de materias y de trabajos que los oficiales habrán de tutelar, combinando ese aprendizaje con las guardias en el puente, las maniobras a proa y popa, y el cumplimiento material y documental de la seguridad del buque. Si lo que se pretende es disponer de mano de obra barata, la idea es ilegal. Ni los armadores más famosos por su indiferencia ante los derechos de los trabajadores se atrevieron a tanto: marineros con formación náutica superior a sueldo de saldo. Un desvarío.
La medida, hecha pública a través de la página en red “Puente de mando”, tal vez pretenda, simplemente, que los alumnos paguen un peaje por embarcar, un peaje en especie, una idea vieja, antisocial y que la ley prohíbe.
La formación de los técnicos superiores es cara. Las sociedades invierten en las universidades, en la formación de los MIR y hemos pergeñado planes para que los titulados puedan al acabar sus estudios pasar un tiempo de prácticas que complete su formación. ¿Han de pagar los médicos, los ingenieros, los economistas, los arquitectos o los marinos por esa educación complementaria? Tenemos ya un mundo con demasiadas injusticias. No le añadamos una más. Las empresas y las instituciones públicas han de asumir esa labor si queremos buenos profesionales en el futuro.
La marina mercante es un sector estratégico esencial. Los marinos mercantes son imprescindibles para el transporte marítimo. La iniciativa del director de flota de Armas cabe contemplarla como un paso más en la degradación de la marina mercante y de los profesionales del mar de nuestro país. Ya va siendo hora de que los poderes públicos, las escuelas y facultades de náutica, las asociaciones profesionales, el colegio de prácticos y las entidades navieras dejen de mirar la situación como si no fuera con ellos y se comprometan en construir un futuro mejor. De entrada, anular esa instrucción que pretende formar a los pilotos como marineros.
