Estas personas que se empleaban en desempeñar comisiones mercantiles a un alto coste (conozco a pocos agentes de aduana sin dinero) a través de documentación antidiluviana pasarán, de alguna manera, a mejor vida. (Leer artículo publicado)
¿Que es necesaria una cierta profesionalización de los representantes aduaneros? Es cierto. Pero que para ello se requiera la colegiación o membresía en unos colegios oficiales me parece una pérdida de tiempo… y de dinero. ¿Por qué razón un cargador extranjero tiene que pagar a un tercero para que éste entregue a la Aduana un documento? ¿No lo puede entregar él mismo o, en su defecto, su representante en el país? Estos «terceros» se han estado bañando en oro líquido durante el último siglo y, como es normal, cargadores y transportistas, entre otros, se han acabado cansando de tan despótica e injusta posición.
A modo de ejemplo y a grandes trazos, su trabajo era como si yo, para pedir hora en el ambulatorio de mi barrio, tuviera que contactar y pagar a una tercera persona en lugar de hacerlo yo: doble coste, por tanto.
Me alegro, sinceramente, que en aras de una libertad de mercado se haya acabado con esta posición de ventaja. A nadie le gusta pagar por pagar si no es algo imprescindible, y si además con ello llenas los bolsillos de otros. Y menos en una situación económica tan delicada como la que nos toca vivir.
Se avecina, no obstante, una nueva guerra fría. Agentes de aduanas contra auditores de comercio exterior. Tras la presentación del Documento Único Administrativo (impreso que ha de cumplimentarse obligatoriamente ante la aduana para los intercambios de mercancías entre los miembros de la UE y terceros países) existe un vacío al que los agentes quieren acceder tras su batacazo anterior: el convertirse en agentes de comercio exterior y seguir, como no, cobrando por esos servicios. ¿Estarán de acuerdo los que ahora realizan esa función?