El pasado jueves se clausuró el V Congreso Marítimo Nacional que se ha celebrado en Madrid organizado por la Liga Naval (RLNE) y el Clúster Marítimo Español. Como en todas las convocatorias anteriores, el V Congreso Marítimo cerró sus sesiones con una declaración de intenciones, ruegos y peticiones para hacer realidad el lema Navegando hacia el futuro. Una de las peticiones reitera por enésima vez la aspiración de contar con un ministerio de Marina Mercante o Asuntos Marítimos que unifique las competencias administrativas sobre el sector, repartidas hoy entre 13 ministerios, y a su vez libere al transporte marítimo de la casi dependencia sobre las políticas de puertos y otros modos de transporte.
En 1901, la Liga Marítima Española (LME) creada por impulso del político Antonio Maura con el respaldo de la Armada y de las asociaciones de marinos, y el escepticismo de las principales asociaciones de navieros, organizó en Madrid, del 6 al 10 de junio de 1901, el primer Congreso Marítimo Nacional. Fue un éxito según las crónicas de la época y abrió unos años de esperanza en la mejora de la situación del transporte marítimo, la pesca, la incipiente náutica de recreo y la Armada. Aquel congreso aprobó una declaración que conviene recordar:
Que se debe definir la personalidad de la Marina Mercante en el Estado español; darle la representación adecuada a su importancia y organizar de manera estable y con toda la posible autonomía la dirección y administración de las industrias marítimas, reuniendo e integrando todos los asuntos de navegación y comercio marítimo y los servicios que le son inherentes para asegurar el concierto sistemático entre ellos.
En los años posteriores, la Liga Marítima (de la que la Liga Naval es heredera) y las principales personalidades del mundo marítimo, civil y militar, reivindicaron con insistencia que la marina mercante, los asuntos marítimos, necesitan un ministerio propio, no un organismo de tercera fila dependiente de los puertos, la política territorial o el transporte por ferrocarril o carretera. Paradójicamente, España dispuso de un efímero Ministerio de Comunicaciones y Marina Mercante (la primera y única vez en la historia de España que la marina mercante aparecía en el nombre de un ministerio) entre marzo y julio de 1936, cuando la Liga estaba prácticamente desaparecida y la reivindicación basada en una mejora de la gestión se había tornado en una demanda ideológica lastrada de prejuicios.
Llevamos 122 años pidiendo, rogando, implorando una reforma administrativa que conceda a los asuntos marítimos la importancia que tienen en la economía y en la sociedad. Más de un siglo con los políticos mirando hacia otro lado… No hemos vuelto a contar con otro Maura, tal vez porque al gran político mallorquín nunca se le reconoció en vida su extraordinario talento y su excepcional valía.
En el próximo congreso marítimo quizás fuera conveniente reflexionar y debatir sobre las causas de ese fracaso y el coste económico y social de mantener la situación actual. Parodiando un célebre editorial de Marina Civil (la revista original, no el órgano de propagando gubernamental que se publica actualmente con ese nombre), España ha contado y cuenta con ministerios tan pintorescos como el de Igualdad, tan parecido al Ministerio de la Verdad al que se refería Orwell en su libro “1984”, pero no ha habido voluntad ni medios para crear un ministerio de la mar, de la marina mercante, o de lo que se le ocurral al asesor de turno de quien dirija el Gobierno.