Europa es un gran consumidor de gas (GLP y GNL), pero apenas lo produce, por lo cual es muy dependiente de esta energía. Los países europeos necesitan importar al año unos 500.000 millones de metros cúbicos, un 45% suministrado directamente por Rusia a través de tres gasoductos: el conducto ucraniano, el bielorruso y el báltico, marcados cada uno con distintos colores para su clara distinción.
El ucraniano (verde claro) sale de Rusia, atraviesa Ucrania y suministra el gas a los países del este de Europa y a Alermania.
El bielorruso (verde oscuro), en la península de Yamal, va desde Siberia hasta Rusia atravesando Bielorrusia y es el que más reservas tiene. Muy importante para Europa.
El corredor báltico, construido en alta mar, lleva gas natural desde Vibord (Rusia) hasta Alemania, a través de dos bifurcaciones: el gasoducto Nord Stream 1 (amarillo) y el Nord Stream 2 (rojo); este último, permitiría enviar gas directamente de Rusia a Alemania, aunque actualmente está paralizado y es muy cuestionado a nivel internacional, especialmente por Estados Unidos.
Una vez expuestas de manera breve las vías de suministro del gas ruso a Europa, veamos a continuación los países europeos con mayor dependencia: Finlandia, Suecia, Estonia, Letonia, Lituania, dependen al 100%; Alemania al 60%; Polonia, República Checa, Eslovaquia y Austria aproximadamente un 50%. España sería dependiente alrededor de un 10% y el que menos el Reino Unido con un 7%.
Esta situación de dependencia energética de Rusia viene de años atrás y se venía avisando por expertos internacionales que esta supeditación era muy expuesta para Europa debido a la inestabilidad de las relaciones políticas de los países por los cuales pasan los gasoductos respecto al gobierno ruso, pues, en algún momento podría saltar algún desencuentro político entre ellos, y ser Europa quien sufriera las consecuencias energéticas. Por desgracia, los malos augurios se cumplieron y la invasión rusa en Ucrania puso de manifiesto la debilidad de la UE en el tema energético.
Es verdad, que la actual crisis energética no afecta por igual a todos los países europeos, y de ahí las discrepancias entre ellos para llegar a un punto de acuerdo. No obstante, desde la perspectiva política, la estabilidad de Europa estará muy comprometida mientras a los países muy dependientes de la energía rusa (Alemania, Finlandia, Suecia, Austria…) no se les proporcione otra vía de suministro de gas.
Posición de España en esta crisis
España es el país con más plantas de regasificación de toda Europa: Barcelona, Bilbao, Huelva, Sagunto, Cartagena, Gijón y Mugardos (Ferrol); además, su territorio está perforado por una red de distribución gasista que no tiene ninguna nación europea. Posee la ventaja de importar gas de más de quince mercados diferentes, por lo cual no se ve sujeto a un solo suministrador, siendo Argel la principal fuente hasta 2021, seguido de Estados Unidos y Nigeria.

Esta configuración de terminales gasistas y su red de distribución de GNL hacen que la capacidad de almacenamiento sea el 35% del total de la Unión Europea. Pensemos que el Reino Unido está sobre un 22%, Francia un14%, Bélgica 6% e Italia un 5% según datos oficiales de la Comisión Europea.
Por otro lado, España es el país de mayor capacidad de regasificación de la UE con un 27% del total, sin contar la planta regasificadora del puerto del Musel (Gijón), incomprensiblemente paralizada. Esperemos que algún día venga un gobierno con rigor y expida todas las autorizaciones para ponerla en funcionamiento.
Todas estas infraestructuras de almacenamiento, regasificación y distribución, tan perfectamente diseñadas e instaladas deberían ser aprovechadas por las autoridades políticas para hacer de España un hub de distribución gasista del sur de Europa, una especie de granero de gas natural licuado. De esta manera, los países altamente dependientes del gas ruso dejarían de serlo, y, ante una crisis como la actual, Europa no sufriría estos desequilibrios económicos y sería dueña de su estabilidad energética.
Entonces…¿cuál es el problema para no llevar a cabo este proyecto? Simple y llanamente que la línea de interconexión del gas español con el francés tiene muy poca capacidad.
Proyecto MidCat
El Proyecto MidCat (acrónimo de Midi, región francesa, y Cataluña) consistía en la construcción de un gasoducto de aproximadamente 235 kilómetros que conectaría los municipios de Martorell (Barcelona) y Barbaira (Francia), qué de haberse llevado a cabo, hoy Europa y los europeos de a pie seríamos energéticamente más independientes, y no estaríamos sufriendo las penurias económicas y energéticas que ha provocado la invasión rusa de Ucrania, pero, una vez más la política y los espurios intereses de algunos abortaron este proyecto tan importante para el bienestar de los ciudadanos de la Unión Europea.

Las obras de este proyecto comenzaron en 2010 y quedaron paralizadas en el 2019 tras el informe conjunto de la CNMC española y su equivalente francés, y, con escaso interés del Gobierno galo.
El MidCat se planificó como una conexión entre el gasoducto Medgaz que comunica la costa argelina con Almería y recorre toda la costa mediterránea hasta Hostalric (Gerona) y desde ahí conectar con Barbaira al otro lado de los Pirineos, para transportar unos 7500 millones de metros cúbicos de gas al año. Otro ramal es Argelia – Marruecos – Bahía de Cádiz.
Desde el inicio este proyecto engendró duras críticas por parte de distintos grupos ecologistas, esgrimiendo todo tipo de argucias, mentiras y medias verdades; que si iba en contra de reducir emisiones; que si era un proyecto promovido por empresas privadas para obtener jugosas subvenciones y pingües beneficios; que si el sufrido ciudadano tendría que cargar con la inviabilidad económica del proyecto… A esa campaña se sumaron las quejas de algunos municipios y alcaldes sobre el daño al territorio que causarían las obras y numerosos informes de más que dudosa objetividad y rigurosidad técnica que concluían que no era necesaria la construcción de nuevas estructuras gasistas, pues, las existentes ya eran suficientes para sustituir el gas ruso hasta el año 2025.
En la actualidad, la oposición principal para retomar el proyecto MidCat viene de la llamada transición ecológica, alegando que en el 2050 prácticamente no estaremos consumiendo gas. Es decir, se emplea el mismo planteamiento futurista y erróneo que se hizo en el 2010, culminado en el posterior cierredek proyecto en el año 2019. Ahora se cita el año 2050 y mientras tanto toda Europa dependiente del gas ruso y de los avatares políticos y sociales de aquellos países por los cuales atraviesan los gaseoductos: hoy cierro el grifo del gas, mañana tal vez no y quizás pasado mañana abra más y así hasta el 2050, y no digamos del negocio económico que están haciendo otros países a cuenta de Europa, como por ejemplo Estados Unidos cuyas exportaciones de GNL se han triplicado a precios desorbitados. En fin, uno tiene la impresión que la llamada transición ecológica no deja de ser la herramienta para que Europa no sea independiente energéticamente y sus economías fluctúen en función de intereses ajenos a los europeos.
El actual Gobierno español debería liderar la reapertura del proyecto MidCat, presionando junto con Francia a la UE para que se termine y poder suministrar gas a Europa por vías distintas a las rusas, a la vez situar a España como un hub gasista del sur de Europa.