Esta plataforma informativa ha venido publicando en los últimos meses diversos artículos sobre la personalidad de Ernesto Anastasio Pascual, capitán de la marina mercante, práctico del puerto de Barcelona y abogado, que llegó a ser el mayor empresario de España a mediados del siglo pasado. Fundador de Trasmediterránea, de Campsa, de Unión Naval de Levante, de Rebarsa, del Banco de Crédito Local, entre otras empresas, Ernesto Anastasio, valenciano de origen humilde, siempre alardeó de su condición de marino mercante, sobre cuya profesión fundaba la cultura del esfuerzo, el rigor y la disciplina que le habían llevado a la cima.
Incluso llegamos a anunciar el proyecto de biografía que estaba escribiendo Juan Zamora, capitán de la marina mercante, abogado y periodista. Una biografía, Ernesto Anastasio Pascual. Más allá del horizonte marino, que finalmente ha editado el Museo Marítimo de Barcelona, con la colaboración del Colegio Oficial Nacional de Prácticos, la Compañía Trasmediterránea y Estudios Marítimos Naucher. Una biografía extensa fruto de una larga investigación sobre quien alcanzó a ser el marino y naviero más relevante del siglo XX.
No disponemos en España de tradición biográfica sobre las personas que con su inteligencia y esfuerzo crearon riqueza y contribuyeron al progreso de la sociedad. A diferencia del mundo anglosajón y norteamericano, no concedemos importancia al ejemplo de los grandes empresarios, esos hombres y mujeres (algunas hay) que partiendo desde muy abajo levantaron grandes industrias, navieras importantes, empresas que colaboraron en la mejora de nuestras vidas. Hay excepciones, claro. Hace unos años, Jesús Valdaliso publicó La familia Aznar y sus negocios (1830-1983). Cuatro generaciones de empresarios en la España contemporánea (Editorial Marcial Pons, Barcelona, 2006); y más recientemente, Martín Rodrigo puso negro sobre blanco la historia de la familia Ramos, consignatarios y navieros de Barcelona (La Casa Ramos. 1845-1960: más de un siglo de historia marítima. Edición del Museo Marítimo de Barcelona, colección “Estudis”). Nos faltan aún las biografías de Antonio López, de Juan José Sister, de Antonio Lázaro, de Ramón Sota, de la familia Tintoré, de José Juan Dómine y de Ramón Carranza, entre otros.
La obra de Juan Zamora recorre la vida de Ernesto Anastasio Pascual y con ella, buena parte de la Historia de la marina mercante española en el siglo XX. Partiendo de una magnífica introducción que nos desvela las líneas maestras del personaje, el libro se adentra en los entresijos de la creación de la Asociación Náutica Española, las oposiciones a práctico del puerto de Barcelona, la fundación de la Compañía de Trasmediterránea, de Unión Naval de Levante, de la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos y de Remolcadores de Barcelona; y se detiene en la historia de la amistad de Anastasio con José Juan Dómine, una unión/alianza que supuso, según el autor una bendición para la marina mercante.
De especial interés resulta la historia de la creación de Campsa, que desmiente de forma rotunda la frívola afirmación de que Dómine y Anastasio fueron “hombres de March”, cuando en realidad le hurtaron al millonario mallorquín el negocio del siglo. Detrás de esa historia, explica Juan Zamora, se halla la fidelidad de Anastasio hacia su amigo José Juan Dómine, un valor, la amistad, que Anastasio anteponía a la codicia y a la ambición.
Ernesto Anastasio, cuenta el autor de su biografía, atravesó la larga era de Franco manteniendo intacta su dignidad y su ideología liberal. No aprovechó los huecos que el franquismo dejaba para un enriquecimiento fácil y rápido. Mientras él llevó el timón, las empresas que presidía alcanzaron las cotas más altas de su historia. Así fue con Trasmediterránea, a la que dotó de una flota de buques ya legendarios (CIUDAD DE OVIEDO, CIUDAD DE PAMPLONA, VILLA DE BILBAO, ERNESTO ANASTASIO…); con La Unión y El fénix, la aseguradora que condujo al primer puesto entre las aseguradoras españolas; y con Unión Naval de Levante, los astilleros de Valencia que gozaron de un envidiable prestigio.
A lo largo de toda la obra, Juan Zamora destaca el profundo amor de Anastasio a la profesión de marino y a los buques, una inclinación de la que siempre alardeó. Yo soy ante todo un hombre de mar, repitió en numerosas ocasiones.
VIDAS PARALELAS, por Miguel Aceytuno
No huyan, ya sé que aquí todos somos de ciencia y alguno se matriculó en Náutica por no soportar más latines. No se preocupen, que no vamos a hablar hoy de la célebre obra de Plutarco.
El libro que comentamos hoy es la biografía que Juan Zamora ha escrito de Ernesto Anastasio. Personajes fascinantes –los dos- a los que el destino tenía que unir. Permitan que me explique.
Voy a resumir “Ernesto Anastasio Pascual. Más allá del horizonte marino” (Museo Marítimo de Barcelona, Colección Estudios, número 25) en una frase: Anastasio tiene pasión y humildad, y eso le hace una persona extraordinaria. Capitán de la marina mercante a los veintidós años, es elegido presidente de lo que es -en todo menos en el nombre- sindicato de pilotos y capitanes, la Asociación Náutica Española, con el mérito que tiene esto dada la tendencia de los capitanes más veteranos a mirar a los jovenzuelos por encima del hombro. Y por cierto uno de los motivos que le llevó a elegir esta carrera, considerada “casi proletaria” en palabras de Eugenio D’Ors, era que al ser cortita su familia tendría que hacer menos esfuerzos para sufragarla. A los veintiséis años le pide al capitán de navío, comandante de marina en Barcelona y presidente del tribunal de exámenes para optar a una plaza de práctico, que permita tomar nota taquigráfica de lo que contesten los candidatos a las preguntas del tribunal. Luz y taquígrafos. Sacó el número uno.
Metido en la lucha por los derechos de una profesión muy aperreada en aquellos tiempos, el capitán de la marina mercante Ernesto Anastasio decide estudiar Derecho en los momentos que le deja libre su trabajo de práctico del puerto de Barcelona. Con 32 años abre bufete. Llegará a negociar en 1913 el despido de la tripulación del A. COLA con el mismísimo José Juan Dómine, director de la Valenciana de Navegación, que como era un tipo muy listo, un poeta de los negocios, en vez de enviarle un par de matones –que era la interacción habitual entre patronal y sindicatos de la época en Barcelona- lo ficha para su equipo. En fin, por no destriparles el libro de Juan Zamora, el joven marino y abogado terminará fundando Transmediterránea y CAMPSA, entre otras empresas, y llegará a presidir La Unión y el Fénix Español, convirtiéndola en la mayor aseguradora del país.
Zamora mezcla en el libro citas y pensamientos del propio Anastasio con una documentación cuyo primer boceto nació con su tesis doctoral. No es una novela ni un anecdotario. Tampoco pretende ser un análisis exhaustivo sobre la evolución de la marina mercante durante la primera mitad del siglo pasado (otras obras tiene el mismo autor que llenan ese nicho). Impresiona el talante de aquellos capitanes de la vieja escuela, que ante los malos vientos de la vida se ceñían la gorra y nunca perdían la cara, aunque reconocieran en su fuero interno, cuando el barco se alejaba de la costa, que se arrepentían, Anastasio dixit, de «aquella mal aconsejada obstinación que me indujo a estudiar la carrera de piloto, desoyendo las atinadas observaciones de mi padre, marino de cepa».