Es decir, las exportaciones crecen, pero descienden las compañías que se aventuran a la exportación. Eso quiere decir que las empresas más grandes, dentro de su diversificación, son cada vez mayores; mientras las pymes son cada vez más pequeñas. Además, la importación está también decreciendo.
En la inauguración de la jornada, el conseller de Empresa y Ocupación de la Generalitat de Catalunya, Felip Puig, explicó que “la exportación es una exigencia y forma parte de nuestra manera de hacer las cosas desde hace años”. En este sentido “Catalunya, desde hace siglos apuesta por el comercio internacional y la apertura”. Para exportar, según Puig, “debemos asumir con mayor velocidad las consecuencias de la globalización”. No obstante, sobre este asunto, el conseller señaló que Catalunya “presenta una inmejorable vocación logística y exportadora”, como puerta de entrada y salida de las mercancías en el Sur de Europa, sobre todo a través de sus puertos.
Puig se comprometió a suprimir las barreras a la exportación de mercancías. Aadvirtió, no obstante, que “no todo depende de Catalunya”. Sin nombrarlo, el conseller hizo referencia al concierto económico de País Vasco y Navarra “que gestionan sus propios recursos y tienen diez puntos menos de paro”. Para Puig, “ahora existe un mayor intervencionismo del Estado en grandes infraestructuras, como los puertos, y somos una región subordinada a la hora de poder tomar decisiones estratégicas.
En su intervención, el presidente del la patronal catalana, Joaquín Gay de Montellà, señaló que “los empresarios catalanes han encontrado mercados impensables hace sólo 20 años, con oportunidades no sólo en los países de la Unión Europea, sino también en África, Asia u Oceanía”.
Pese a esto, el profesor Pelayo Corella, de la Universitat Pompeu Fabra, indicó que “internacionalizarse no significa sólo exportar, sino que también es necesario importar. La eficiencia se consigue a través de la reducción de costes derivados, por ejemplo, de la externalización o la subcontratación”. Corella reflexionó sobre la capacidad en el comercio exterior: ¿Somos un país comercial? Sí, pero la inmensa mayoría de las empresas no salen fuera del mercado español y, en caso de hacerlo, acuden a Europa, la zona del mundo con menos crecimiento económico; en cambio, a otros países con mayores índices de crecimiento no se exporta tanto”.
Puso el ejemplo, con datos del ministerio de Economía, en las exportaciones catalanas a la India, el segundo país más poblado del mundo, con un crecimiento anual de entre el 8% y el 9% y mucha demanda de consumo interno… y donde sólo se exporta el 0,5% del total. Unas cifras similares a las exportaciones a China (donde las empresas europeas llevan ventaja), o Brasil. Corella realizó otra reflexión interesante: “Las empresas que pretendan salir al mercado exterior deben ver los pasos previos como una inversión de futuro, no como un gasto”.
En la misma línea de discurso se movieron el resto de los ponentes: Ramon Termens, presidente de Taurus, explicó por ejemplo el exitoso proceso de internacionalización de su compañía, mientras que Joan Tristany puso en liza la potenciación de la innovación y competitividad, como director general de la Asociación Multisectorial de Empresas (AMEC), entidad que cuenta con más de 40 años de experiencia en el fomento de la exportación y la internacionalización. Asimismo, el profesor Antonio Valentí, del Centro de Formación para los Negocios Internaciones (ESCI), adscrito a la Universitat Pompeu Fabra, explicó la oportunidad que representan los encuentros feriales internacionales de cara al comercio exterior.
Clausuró la jornada el presidente del Club del Transitario Marítimo, Amadeu Outeiro, acompañado por el también presidente de la Federación Española de Transitarios (Feteia), Enric Ticó, que puso énfasis en el trabajo de este colectivo, clave para los negocios internacionales, sobre todo en el segmento del transporte marítimo. Cabe recordar que, a través de esta vía de transporte, se mueven tres cuartas partes de los envíos de mercancía a escala internacional.