Emanuele Grimaldi, máximo responsable de la compañía inició su apuesta firme por el transporte marítimo de corta distancia y por Barcelona hace más de treinta años y, tras la inversión de 20 millones de euros realizada en la construcción del edificio y de la explanada adyacente, tendrá que empezar a dar clases de catalán y castellano para mejorar su dicción, pues ha situado al puerto como núcleo en el Mediterráneo de la estrategia de su empresa familiar, por encima de Nápoles, de donde procede el emporio naviero familiar.
La nueva terminal, diseño de la arquitecta Yannic Levêque (de la ingeniería IDOM), cuenta con un edificio de tres plantas con 3.750 metros cuadrados de superficie, una explanada pavimentada y una pasarela de conexión entre la terminal y los puntos de atraque directos a los buques; sobre una superficie total de 63.000 metros cuadrados de terreno ganado al mar, en el que la Autoridad Portuaria de Barcelona había realizado una inversión previa de más de 10 millones de euros.
La estación, con capacidad para 3.600 pasajeros de embarque y desembarque de forma simultánea, cuenta con un millar de metros cuadrados de oficinas, unos 350 metros cuadrados de locales comerciales, un restaurante y una gran sala de conferencias.
«Se trata de una inversión -según Emanuele Grimaldi- que demuestra la importancia estratégica que cubre el puerto de Barcelona en la red de autopistas del mar que nuestro grupo está desarrollando en estos últimos años en el Mediterráneo». En este sentido, «nuestro objetivo es ofrecer niveles de servicio para pasajeros y mercancías cada vez más altos, de conformidad con las exigencias de nuestros clientes».
El patrón de la compañía añadió que «estamos convencidos de que la nueva terminal comportará un gran valor añadido y aportará calidad a las actividades del Grupo Grimaldi y retos de futuro para los que estamos seguros de poder contar con el apoyo de las instituciones y de todos los actores que conforman el sistema portuario, que espero proporcionen un impulso para el transporte marítimo, centrándose aún más en los principios de competitividad económica, contención de costes y eficiencia, factores determinantes para el crecimiento del transporte marítimo y el impacto positivo que ofrece en términos de empleo y medio ambiente».
Cabe recordar, como se encargó de explicar el embajador italiano en España, Pietro Sebastiani, que aproximadamente el 40% de los flujos comerciales entre España e Italia (con un total de 18.000 millones de euros anuales), se realizan a través de la vía marítima. En este sentido, el máximo representante del Estado italiano en el acto, indicó su satisfacción por la defensa conjunta de ambos gobiernos en el otorgamiento de incentivos a los transportistas por utilizar la vía marítima en lugar de la viaria.
La apuesta del grupo italiano por el puerto de Barcelona -en lugar de por otros- no impidió, sin embargo, la presencia de la ministra de Fomento, Ana Pastor y de la delegada del Gobierno en Catalunya, María de los Llanos de Luna. Recordemos que al gobierno central se debe el considerable retraso que ha sufrido la concesión y la construcción de la terminal.
Pastor, todavía desconocedora de la temática marítima, de las autopistas del mar o del short sea shipping, se limitó a destacar en su discurso la importancia de la colaboración institucional pública en este tipo de infraestructuras. No se le puede pedir más. Peor fue Llanos de Luna, que sólo acudió para lucir su estupendo bronceado. Lo que no se entiende es como teniendo en la sala a un técnico como José Llorca, que es presidente de Puertos del Estado y que al menos sabe hablar con propiedad, no le dieran la palabra.
Más correcto fue el discurso del conseller de Empresa y Ocupación de la Generalitat, Felip Puig, que señaló que «la apuesta de Grimaldi sitúa a Barcelona, aún más, en el mapa logístico y turístico internacional». Para el representante del ejecutivo catalán «el modelo público-privado admite una inversión importante que permite mejorar el tráfico de mercancías y pasajeros y ser más optimistas de cara al futuro».
Por su parte, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, otorgó importancia a la apertura del muelle de Costa, donde se ubica la terminal. Hasta hace pocos meses el espacio que ahora ocupa Grimaldi estaba dentro de la zona restringida de la instalación y, con el nuevo edificio y las obras que ahora se realizarán, Barcelona ganará un nuevo paseo.
Este mismo punto también fue destacado por el presidente de la Autoridad Portuaria, Sixte Cambra, que añadió que «Grimaldi y el puerto persiguen un mismo objetivo y un mismo éxito». Para Cambra, «el refuerzo del short sea shipping y de las autopistas del mar también servirá para afianzar la vertiente turística de Barcelona». El compromiso del enclave con las autopistas del mar «ha permitido que Barcelona se convierta en puerto líder en el transporte marítimo de corta distancia en el Estado español y en uno de los más importantes del sur de Europa, con líneas consolidadas y de calidad como las que opera Grimaldi», sentenció Cambra. Además, el presidente del puerto también destacó la diversidad de actividades y el dinamismo de las instalaciones.
En resumen: unas instalaciones preciosas, típicamente italianas; una importante inversión público-privada; y el reafirmar la apuesta estratégica de un grupo extranjero en Barcelona. El objetivo es crecer y hacer crecer a su vez el transporte marítimo de corta distancia. Una fórmula que además de quitar camiones de las carreteras, permite que fluyan los flujos comerciales y turísticos entre las dos principales potencias del Sur de Europa.