A San Ignacio de Loyola se le acuña la frase “en tiempos de turbulencias, no hacer mudanzas”, y esta sentencia es de directísima aplicación en estos momentos en cuanto se refiere al transporte de mercancías… a la logística, en suma.
Recientemente, la Sra. Ursula Von del Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha declarado que “Nuestras medidas para contener el brote de coronavirus solo serán efectivas si nos coordinamos a nivel europeo. Debemos de tomar medidas excepcionales para proteger la salud de nuestros ciudadanos”.
Y, ante la situación actual, la Unión Europea debe demostrar su efectividad. No vale con decir que en los países que cierren sus fronteras (como es el caso de Dinamarca, Letonia, Lituania, Polonia, Eslovaquia, Chequia, Chipre, España y, como no podía ser de otra manera, Hungría), se emplearán todos los medios posibles para hacer efectiva la logística, el transporte de mercancías de manera ordenada y coordinada (incluidas las sanciones). En el momento en que esto se escribe, Alemania y Francia también cerraban sus fronteras… se finiquita momentáneamente el Tratado de Schengen para aminorar los efectos del Covid-19; y la Unión Europea en su conjunto hizo lo propio, por primera vez en su historia, durante los próximos 30 días. La logística se verá afectada.
En el caso de la carretera, que es por donde circula la mayoría del transporte existen prestaciones, ayudas y facilidades para el cruce de las fronteras, además de medidas de protección sanitaria a los chóferes. No se pueden bloquear los camiones con productos básicos y/o material sanitario en los pasos. La reacción de la Comisión debe de ser inmediata y efectiva.
La empresas (operadoras ferroviarias, logísticas, transportistas de carretera…) deben de tener evidencia efectiva de que su trabajo es considerado prioritario por la Comisión Europea, y los países miembros deben de aplicar los esfuerzos de sus autoridades correspondientes –en nuestro caso el flamante y nuevo Ministerio de Transportes- en obtener unos buenos resultados en este asunto.
La carretera y la intermodalidad, merecen toda la atención de las autoridades de la UE en cuanto al movimiento intracomunitario de mercancías.
El short sea shipping y, en concreto las autopistas del mar, ya están siendo suficientemente maltratadas. Pero la dimensión de sus empresas les permite un dialogo más directo con las autoridades que a las miríadas de pequeños empresarios y autopatronos que, durante dos o tres días, no se podían ni lavar en las estaciones de servicio de carreteras y autopistas.
Los diferentes departamentos de la Comisión Europea, la DG Move en concreto, debe de hacer todo lo necesario, de la misma manera que las autoridades nacionales.
Todos somos europeos y la Unión debe de prevalecer por encima de los egoísmos de algunos gobernantes sin visión.