El VESTAS era un formula 1 del mar, un velero de 22,14 metros de eslora y 5,60 metros de manga capaz de desplegar hasta 578 m2 de vela, construido en Gran Bretaña con un diseño norteamericano y la colaboración de empresas punteras en sus respectivos campos tecnológicos de Suiza, Francia e Italia. Una maravilla.
A estas alturas ya sabrán la mayoría de lectores de NAUCHERglobal que la tripulación hubo de abandonar el barco siniestrado antes de que amaneciera el domingo, día 30 de noviembre, caminando con el agua por la cintura hasta alcanzar la parte seca del arrecife. Que de allí fueron rescatados por una pequeña embarcación local que los dejó en una isla semidesierta, Ile du Sud, hasta que dos días más tarde un pesquero los condujo, tras un día de navegación, a la Isla Mauricio. Fin de la aventura. Fin de la regata para el TEAM VESTAS WIND.
La historia de este naufragio, como las historias de todos los accidentes marítimos, han de servirnos para aprender. ¿Qué pasó para que embarrancara una nave dotada de la mejor tecnología de comunicaciones, navegación y posicionamiento satelitario?
Palabras de Wouter Verbraak:
Aunque todavía estoy destrozado y en estado de shock viendo nuestro barco embarrancado y hundiéndose lentamente, tengo tiempo, ahora que estamos finalmente a salvo en Mauricio, de pensar en lo que sucedió. Tuvimos mucha suerte, nadie resultó herido en buena parte gracias a la excelente reacción de la tripulación en los minutos y las horas que siguieron a la varada. Yo cometí un grave error, pero en el naufragio supimos tomar las decisiones acertadas. Una vez pueda entrar en los ordenadores de a bordo, si se han salvado, podré observar cómo fue que no vimos el arrecife en la carta electrónica. Antes de retirarme a descansar tras un día fatigoso negociando una tormenta tropical, había estado examinando en las cartas electrónicas el área por la que navegábamos y lo que ví eran sondas de 42 a 80 metros. Habré de volver a leer un buen artículo colgado en el blog.geogarag que trata sobre los errores de perspectiva en las cartas electrónicas que usamos en la Volvo Ocean Race. Puedo asegurarles que antes de iniciar la regata y antes de cada etapa estudio cuidadosamente la derrota a seguir en las cartas electrónicas, en «google earth» e incluso en las cartas tradicionales en papel. En este caso, es cierto que hubimos de separarnos de la ruta planificada y, preocupados por la salida y las nuevas condiciones, pensé erróneamente que ya tenía suficiente información para afrontar lo que pudiera venir. Estaba equivocado. No pretendo ahora justificarme, sólo intento explicar como pudo ocurrir el naufragio. Hay unas cuantas lecciones que aprender de este accidente, y espero que en efecto sepamos analizarlas en los próximos meses. Por mi parte estoy inmensamente agradecido por el apoyo que he recibido de la tripulación. Tanto yo como mi familia hemos recibido muestras de apoyo de amigos, colegas y en general del mundo de la vela oceánica, de Vestas y de Volvo. Además, estamos en deuda por el apoyo que Alvimedica nos prestó en la noche del naufragio, y desde luego nunca olvidaremos a los pescadores y al coastguard de Ile du Sud. A todos ellos, gracias, gracias, muchas gracias”.
A modo de comentarios finales. El patrón del barco, Chris Nicholson, se comportó durante el accidente con una profesionalidad intachable. Supo que lo primera que hay que pensar es en minimizar los daños y ha sabido reconocer lo ocurrido con honradez y entereza. Es más que probable que de haber ocurrido este accidente en un país occidental, los tripulantes no hubieran podido gestionar el accidente como lo hicieron. Aquí habrían sido fagocitados por las autoridades, a su vez hostigadas por los medios de comunicación y las masas de curiosos.