Para el sector logístico y para los usuarios del transporte marítimo, la P3 constituía una seria amenaza en un doble sentido. Por una parte, afirman, la macroalianza podía imponer la política de precios que más le conviniera; por otra parte, se reducía considerablemente la capacidad de los usuarios para influir en las decisiones de líneas y puertos de las navieras.
El aplauso a las autoridades chinas por haber preservado la competencia entre las grandes navieras dedicadas al transporte contenedores supone a su vez un reproche a las autoridades federales de los Estados Unidos y al Gobierno de la Unión Europea, que habían dado el visto bueno a la alianza.