Admite los problemas que conlleva la globalización: por una parte, los ingresos “no han sido distribuidas por igual”; menoscaba los no calificados de los países ricos sobre áreas específicas, y ha truncado el avance de la clase media alta. En cambio, lucra a los más formados e instruidos, a los ricos y a los trabajadores de los países emergentes.
En general, favorece los intereses del capital sobre los del trabajo –plusvalía- y/o cosificación –reificación-; como corolario, reduce la capacidad de negociar sueldos y/o mejores salarios y ayuda a disminuir los impuestos de las empresas y fortunas grandes, desviando la carga impositiva hacia el trabajo; problemas que se acentúan cuando faltan organizaciones fuertes y competitivas.
La tecnología como causante principal de la desigualdad, los trabajadores mejor formados asimilan los cambios; “del mismo modo como se insta a cejar con la tecnología, ciar en la globalización sería insano para los estándares de vida”, reflexiona. Pero, hay otros factores que inducen desigualdad: costo de la vivienda, bien en propiedad o bien rentada.
Asimismo, esta institución resalta que la globalización abarata el tipo de productos a consumir, ya que opera el libre juego oferta/demanda.
Finalmente, el afán de lucro alude a la naturaleza de la motivación que subyace a toda actividad económica y, como señala Weber, no es peculiar al capitalismo. En este caso, el término laissez faire alude a una filosofía económica que apela por la abolición de toda traba gubernativa a la actividad empresarial, por lo que en los últimos años se aviva el interés por los factores históricos particulares que se estructuran para generar el sistema capitalista, tal y como lo conocemos hoy día.
Ante una globalización neutralizada, toda actividad portuaria podría verse comprometida.
Isaías A. Márquez Díaz