Bowman defendió con contundencia la versión del accidente que han defendido otros peritos (Felipe Louzán, Juan Zamora, Ricard Marí) y los testigos de mayor categoría y experiencia profesional, en particular los técnicos de Smit Salvage que participaron en el siniestro. Una versión coherente con los numerosos documentos gráficos y las declaraciones de los testigos más fiables de primera hora.
El PRESTIGE sufrió un impacto descomunal en su costado de estribor, probablemente producido por una ola rompiente de altura y pendiente excepcional, que afectó la parte alta de la bulárcama entre las cuadernas 69 y 71, en el tanque 3 de estribor. Esa primera avería, que provocó una rápida escora de más de 20 grados, causó un derrame de entre 1.000 y 3.000 toneladas. El accidente no hubiera pasado de ahí si el PRESTIGE hubiera sido conducido a un lugar de refugio donde analizar la avería y descargar el cargamento de fuel que albergaba en sus tanques. Las decisiones del capitán Mangouras de ordenar el abandono del buque y lastrar los tanques de lastre de babor para adrizar el buque fueron técnicamente acertadas y profesionalmente intachables. Arrojar el buque contra el temporal, anunciado por todos los servicios meteorológicos, significaba, sin duda, condenarlo al naufragio.
El perito inglés recalcó en su declaración que el petrolero se encontraba en buenas condiciones de navegabilidad, bien mantenido y perfectamente tripulado. No sólo demostró una resistencia extraordinaria, soportando a flote el impacto de más de cincuenta mil olas, con una avería que se ampliaba y agravaba cada hora que el buque luchaba contra la mar; no sólo tenía en vigor todos sus certificados de clase y estatutarios, emitidos por ABS, una de las sociedades de clasificación más exigentes del mundo, y un historial de inspecciones por el Estado del puerto limpio y claro; además, las dos series de mediciones que el Gobierno español realizó del pecio, sin dar cuenta al Juzgado de Corcubión que instruía el caso (lo cual habría de ser causa de nulidad del proceso por violación del derecho de defensa), demuestran de forma palmaria que tanto el casco como los mamparos y los elementos estructurales de refuerzo tenían escantillones por encima de los mínimos reglamentarios.
Carecen de fundamento las afirmaciones de los voceros del Gobierno repitiendo el mantra de que el PRESTIGE se encontraba en un estado lamentable, chatarra flotante, a punto de hundirse desde que el capitán comunicó al centro de coordinación de salvamento de Finisterre que había sufrido una grave avería y soportaba una peligrosa escora. La buena condición del buque, como demuestran todas las pruebas, no admite discusión, concluyó Bowman. Y añadió que la versión de última hora, inventada por la defensa del Gobierno, según la cual la avería de buque se originó en un mamparo longitudinal, lo que querría decir que la avería se produjo de dentro a fuera, ignora las abrumadoras pruebas en contra, miles de fotografías que demuestran sin duda que la avería fue de fuera a dentro.
Una declaración, para concluir, impecable, sostenida en razones profesionales y en las pruebas conocidas, sin concesión alguna a la demagogia o a la fantasía interesada.