La memoria, esa olla podrida que diría Juan Marsé, se adapta a lo que venga, mal o bien. También la histórica cuando se ofrece para complacer los bajos fondos de la política, cual zorra populista en los lupanares con marchamo institucional, haciendo distinguidos servicios a quienes los reclamen. Nada nuevo, es la que manipulan los historiadores metidos a palanganeros para enjuagar los sórdidos programas de memorias que pervierten el pasado a placer de los entes públicos que les subvencionen. Conforman “la memoria de ellos”, de quienes se la pueden pagar con dinero público. Todos los países totalitarios han ofrecido y ofrecen multitud de ejemplos.
Si los burdeles financieros tienen sus respetables economistas que lavan y encauzan el dinero negro, los apartados de la política cuentan con profesores de Historia abriendo fosas en la memoria y tirando monumentos por encargo. Sólo así se explica que la estatua a la memoria de Antonio López erigida en Barcelona acabara en un depósito municipal. El Ayuntamiento dispuso para ello con el Observatorio Europeo de Memorias (EUROM) inventado en 2012 en la Fundación Solidaridad (1996), una ONG de la Universidad de Barcelona que promueve los derechos humanos, la cooperación internacional, el desarrollo sostenible, la cultura de la paz, la memoria democrática… y todo lo que haga falta para hacer de este valle de lágrimas un paraíso terrenal. El desiderátum.
A esta fundación de voluntariado no le faltan áreas de actuación, programas, propuestas de estudio, investigación y divulgación, pero su transdisciplinar rama EUROM dispone de más proyección, por extraño que parezca. El secreto radica en que el Observatorio hace muchos e interesados servicios a los programas de memoria de las instituciones catalanas, de la Comisión Europea y de tantos cuantos le larguen dinero y variopintos apoyos. Es así. La Memoria prostituida está mucho mejor pagada que la honrada Solidaridad, por algo actúa de máscara para la propaganda política de primer nivel. Y eso es caro, nada de untarlo con calderilla.
Cuando se corrompe la memoria para complacer al poder político pasa lo que delató Juan Marcé en su última obra, “Esa puta tan distinguida” (2016), ambientada en 1982, cuando al consolidarse la democracia quedó en evidencia lo que él calificó de “memoria pactada” en loor de la “Santa Transición”. Otro tanto, hoy. En Cataluña se ha pactado una memoria democrática entre izquierdas y nacionalistas gracias, entre otros, al concurso de EUROM: “Adéu Antonio [López]”, adiós al trabajo honrado de los historiadores metidos en Cataluña en los programas de memorias. Tonto el último.
EUROM se ofertó en Europa de puta distinguida una vez promocionada de “escort” en Cataluña y colocada en el nódulo de las políticas de memoria del Ayuntamiento, del Born Centro de Cultura y Memoria, del Memorial Democrático, de las revistas tipo Associació Conèixer Catalunya (ACH), de la Ruta de la esclavitud… No hay paralelismo de una ONG universitaria cuya sección de Historia alcance tal relevancia. Sucede que tampoco hay otra ciudad europea como Barcelona con tantos entes públicos resentidos que recurren a la memoria como arma para ajustar cuentas, ni que su revisionismo histórico abarque más de dos siglos (1714). Por eso goza EUROM del inestimable apoyo de importantes y generosos clientes: el Ayuntamiento de Barcelona lo tiene de mano para sus programas de memorias, y la Universidad de Barcelona le aporta la logística e infraestructura, que no es poco, desde la sede del día a día al paraninfo para sus mejores representaciones. Y aunque con más discreción, también hace servicios recompensados al nacionalismo catalán (Diplocat), sin olvidar el verdadero placer que le provoca que el Observatorio sea cegato ante la falsificada memoria histórica del Procés. Aun así y más que veremos, Eurom va de impecable, profesional, participativa y abrazada a lo políticamente correcto. Mientras dé el pego, queda criticarla con adjetivos gruesos para señalar a tan distinguida meretriz, pues no es delito manipular la memoria histórica. Sus desafueros se inscriben en la descarada impunidad de la mentira, una de esas sinvergonzonerías políticas que soportar sino se puede pasar del todo.
Sus posturas sesgadas respecto a la Guerra Civil y al franquismo, al colonialismo español y a la burguesía catalana/españolista del siglo XIX (Antonio López), hicieron de EUROM un acompañante deseable para quienes controlan el poder, la calle y los medios en Cataluña, cobrándose sus favores con financiación y promoción. Ganó así en atractivo y pudo pavonearse por Europa como un distinguido Observatorio, de plena confianza, de esos que solo miran por encargo y denuncian de reojo mirando antes a quienes complacer. No se conoce de EUROM insolencia alguna con los centros de poder que le mantienen a cambio de melosos y solícitos servicios hechos para sus políticas públicas de memorias.
La Sugar Girl de la Memoria
Su currículum era el idóneo para ser otra Sugar Girl de la Comisión Europea, un cliente con mucho dinero y graves problemas de memoria que pretende superarlos recordando obsesivamente los totalitarismos nacional-socialistas (nazis) y comunistas. ¡Qué casualidad!, justo en lo que Eurom está interesado a resulta de sus muchos servicios hechos en Cataluña contra el franquismo, aunque no fuese lo mismo.
El dictador Franco fue más bien un rezagado espadón del S. XIX reconvertido en caudillo mimético con el autoritarismo de una época en la cual dio un golpe de Estado y ganó la Guerra Civil al tiempo que aplastó una insurrección libertaria y el, proyecto de llevar a España a la órbita soviética estalinista. Meterlo en el mismo saco que los líderes totalitarios es una manipulación que Eurom introduce en los programas de sus clientes. También en los promovidos por la Comisión Europea desde el 2012, si bien a la Europa liberal-democrática esto del franquismo fascista le suene hoy tanto como en 1936.
El oportunismo de Eurom, al incidir en los ejes de la memoria aprobados por la UE (Hitler-Stalin) y al aprovechar el viento de popa de las leyes de Memoria de España y de Cataluña, ambas en 2007, explica que la mayoría de sus proyectos y programas se centren en las violaciones de los derechos humanos provocadas por los totalitarismos, las guerras mundiales, los delitos de Estado, el Holocausto, las deportaciones, los exiliados… dejando en segundo plano otras memorias, como las relacionadas con asuntos sociales. Y el hecho de que su objetivo explícito sea hacer políticas públicas de Memorias encorseta a esta Sugar Girl en el rol de complacer a los entes políticos que reclamen sus servicios. Oportunismo y complacencia son, pues, los atributos que la han hecho atractiva.
EUROM es un verdadero gozo para quienes manosean la memoria con fines políticos. Es una furcia muy atractiva: joven (2012), universitaria (UB), sabe estar (prestancia académica), dócil hasta el mimo (lo que el cliente pida, no hay límites), envidiable (no otra en su entorno), acepta subvenciones y también cobra en viajes, hoteles, cenas, conciertos… y demás prebendas que conlleva cubrir los eventos de la memoria (seminarios, simposios, conferencias). Además, a estas alturas es ya una experimentada profesional, proactiva con los deseos de sus padrinos; y preferentemente habla inglés en su presumida web, pagada también por sus clientes del sesgado revisionismo histórico, desde el Ayuntamiento de Ada Colau al Gobierno de Pedro Sánchez.
La posmoderna Sugar Girl releva al tradicional historiador orgánico de la memoria, analógico, nacional, sin iniciativa a espera de órdenes superiores… y sin el logo azul con estrellitas (Europa con los Ciudadanos) que Eurom luce inseparable junto a los del Ayuntamiento y Universidad de Barcelona. Y siendo Sugar Girl no se olvidó de empoderar su aspecto seductor. Se maquilló para hacer la calle por Europa.

Su primer logo no tenía un idioma transnacional ni su acrónimo resultaba atractivo: OEMeD (Observatori Europeo de Memòria Democràtica). Una cuestión de estética. Pasó oficialmente a llamarse European Observatory on Memories. Perfecto, y para su acrónimo tuneó la grafía del logo de “EQUIPO, Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea”, ente que vela, desde su sede en Alicante, por el copyright de los logos. Y puestos a ser resultona, por qué no también pretenciosa con su nombre. El Observatorio Europeo de Memorias da a entender que figura en el organigrama de la Unión Europea. Hay varias Agencias especializadas de la UE que se llaman Observatorio Europeo…, tal que el de las Drogas, con sede en Lisboa, pero en realidad Eurom es tan Agencia europea como el Observatorio Europeo de la Leche, que también existe. Entre que aparenta ser un ente oficial de la UE, luce la banderita europea y cuenta con decenas de socios y colaboradores europeos relacionados con la Historia (universidades, memoriales, museos…), Eurom se contornea con más importancia de la que tiene y hasta ofrece favores a sus socios VIP, caso del gobierno foral de Navarra, presidido por la socialista María Chivite Navascués.
Eurom puede jactarse, con razón, de su red de Memorias que abarca parte de Europa, de su sobrada actividad en la preparación de actos de diverso tipo, de participar en numerosas políticas públicas de memorias, de crear puentes con Latinoamérica… Lo que haga falta. Siempre estará predispuesta a servir sonriendo y mirando a los ojos a los centros de poder que la contraten para aplicar programas. Para eso está. No tiene otro oficio ni fuente mejor de ingresos. La alternativa sería volver a su origen: El grupo de investigación Memoria y Solidaridad de la UB, dirigido por Ricard Vinyes, quien en 2015 pasaría a ser el Comisionado de Programas de Memorias del Ayuntamiento de Barcelona, desde donde retiró la estatua del naviero Antonio López.
Clientes de alto standing
Eurom entró en el mercadeo de la memoria cuando las instituciones catalanas más necesitaban el concurso de palmeros. Era 2012. Arrancaba el Procés separatista, arreciaban los actos del bicentenario de 1714 y hacía siete años que los parlamentos de España y de Cataluña habían aprobado sendas leyes de memoria histórica. Se cultivaba tanta historia que sus mejores maniobreros estaban muy solicitados. Podían venderse bien cumpliendo encargos. Gozaban en Cataluña de una oportunidad única que, a partir de 2015, fue excepcional cuando el Movimiento 15-M se hizo con la alcaldía de Barcelona llevando BComún consigo la plantilla libertaria de la sedicente memoria democrática.
El único escollo era cómo contentar a los independentistas desatados al mismo tiempo que a los ya crecidos indignados de BComún. Tenían distinta base sociopolítica y dispares objetivos. Cap problema. Los poderes hegemónicos de la plaza Sant Jaume (Generalitat, Ayuntamiento) necesitaban manipular la memoria histórica a su favor, ninguno jugaría limpio, y esto dejaba amplio margen para que las Sugar Girl hiciesen su trabajo. De puta a fulana, taconazo. Eurom cubriría las impúdicas políticas de ambos sin provocar celos entre sus clientes de alto standing. Tampoco era tan difícil. El guerracivilismo y el antifascismo agradaba a ambos clientes. Luego bastaba con dar la razón y ensalzar al nacionalismo catalán, mientras para el otro se idealizaba a las Brigadas Internacionales y hasta al anarcosindicalismo. Todo menos cuestionar a sus rumbosos clientes para que asumieran sus cuotas de responsabilidad histórica.
En tal sentido, Eurom es una extraña historia de éxito incluso transnacional. ¿La clave?, logró que Barcelona se convirtiera en un salón de las memorias democráticas aprovechándose de una sociedad que revive episodios contestatarios, pero que por lo general es acrítica con los poderosos de turno y por tanto vulnerable (ej. medios de comunicación). Da la impresión de que carece de defensas, tal que ahora, contra las campañas de propaganda lanzadas por las formidables maquinarias de la Memoria y del revisionismo históricos. Se constató con la alcaldada que retiró la estatua de Antonio López sin debates ni acusaciones probadas, con el oficializado corte diario de la Diagonal, pero, sobremanera, con el tsunami democrático incitado por los entornos del poder que puso patas arriba el centro de Barcelona (2019).
La ciudad es ya el condominio de las memorias dictadas por los centros de poder gracias al concurso de Eurom, entre otros. En artículos anteriores tratamos la trama que tiene el Ayuntamiento para las políticas de memorias (concejalía, Comisionado de Programas, ICUB, etc. etc.). Impresionante. Pero aún tiene más pistonada la Generalitat gracias a la Dirección General de la Memoria Democrática, siendo su buque insignia el Memorial Democrático, un abastecido centro de investigación idóneo para hacer propaganda. Por ejemplo, su actual exposición: “Los primeros exiliados de la Guerra Civil, 1936”. Es la primera que hace sobre los represaliados en la retaguardia catalana. Sin embargo, los textos blanquean responsabilidades y las fotos dan la impresión de que esos exiliados son unos señoritingos que se iban de crucero o monjas rumbo a las misiones. Ni una gota de sangre, ni una cara de terror, ni unos zapatos embarrados al pasar los Pirineos. Quien paga el mariachi elige la canción.
La memoria de ellos olvida su culpabilidad en el espanto de la retaguardia en Cataluña. Y siguen pendientes los monográficos sobre las checas, la masacre masiva del clero (30% de los capellanes), las patrullas de control de CNT-FAI, ERC, UGT, hoy tildadas de grupos descontrolados, de comités locales, para así limpiar de sangre inocente a la Generalitat, al fin de cuentas casi relegada a un simple mirón (un Quisling) por las milicias totalitarias que se impusieron en Cataluña tras sofocar el golpe de Estado contra la República.
Lluís Companys, responsable del orden público en Cataluña hasta los Hechos de Mayo (1937), figura como el bueno de la exposición porque, dicen, hizo lo que pudo por salvar con salvoconductos a miles de aterrorizados. Más bien, se encargaron de ellos sus consellers, Ventura Gassol y Josep María España, quienes, temiendo represalias por ello, se exiliaron en cuanto pudieron, al igual que lo hicieron otros tres consellers. Salgo perplejo de revisar “Los primeros exiliados de la Guerra Civil, 1936” y camino de casa veo anunciada otra exposición: “Pisoteemos el fascismo. El Comisionado de Propaganda de la Generalitat de Cataluña” (Palau Robert, hasta 05.04.2021). No paran de recordarnos a cada paso el qué y el cómo debemos memorizar.
El Memorial Democrático es un lugar idóneo para investigar quienes son los historiadores que investigan a favor de “la memoria de ellos”. Y rastreando algo aparece la cabeza de Eurom colaborando tanto en el organigrama como en sus proyectos (ej. “El mon d´Avui”). Su director, Jordi Guixé y su coordinador, Oriol López Badell, tuvieron o tienen cargos en dicho Memorial; y uno de sus impulsores, Ricard Vinyes, fue el coordinador del proyecto Memorial Democrático. La interrelación de memorias entre Generalitat, Ayuntamiento y Eurom es incuestionable en el historiador Oriol López Badell, encargado también de las Relaciones Internacionales del Memorial Democrático, director de la revista AHC que tiene acuerdos con el Ayuntamiento e impulsor del proyecto consistorial Memoria BCN, una app para móviles con rutas de los sitios para la memoria de Barcelona. Plasma la triangulación de Eurom, Ayuntamiento y Generalitat dentro de la cual se construye la memoria de ellos, la que televisan TV-3 y Beteve, la que mutila la memoria colectiva hasta capar y anestesiar la capacidad de reacción conjunta de la sociedad catalana. Sí, la memoria puede hacer mal, mucho mal, cuando cuartea y enfrenta a una comunidad hasta dejarla manipulable e inerme.

Las connivencias son inevitables entre los múltiples entes de la Memoria o relacionados con ella, pues los más financiados están en las mismas órbitas del Ayuntamiento y de la Generalitat. Sería interminable analizar sus interconexiones en la red de memorias de Cataluña. Hay de todo. La diferencia es que Eurom destaca entre las profesionalizadas y su horizonte aparente está en la Unión Europea. Además, seguir ordeñando aquí la vaca exhausta del franquismo y la Guerra Civil ya no da para tanto como solía por más que continúen con ello: cárcel de La Modelo, prisión de Les Corts para mujeres represaliadas…
El Viejo daddy
Puestos a estrujar, Eurom saca más jugo con los programas de memoria propiciados por la Comisión Europa para que sus ciudadanos recuerden el nazismo y el estalinismo. La Sugar Girl catalana colabora en este eje temático tan favorable para la Unión Europea de regímenes liberal-democráticos, porque le evita encarar sus responsabilidades pasadas. En eso consisten los programas Memoria Histórica Activa aprobados para que la Europa con los Ciudadanos (2007-2020) rememore las víctimas del nacionalsocialismo y el bolchevismo. Pretenden olvidar que estas fueron primeramente víctimas propiciatorias de la complacencia y cobardía de las democracias. De aquí la quincena de Resoluciones, Declaraciones y Conclusiones de la UE “sobre la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa” (2019/2819-RSP). Centran el eje de memorias en Hitler-Stalin gracias a la interesada amnesia del Parlamento Europeo y, no menos, al colaboracionismo de los historiadores financiados.
A las Sugar Girls del Viejo Continente, daddy, les va de perlas y diamantes que la UE financie preferentemente la reflexión sobre el auge y las consecuencias del totalitarismo (nazismo, estalinismo, comunismo dictatorial y, de refilón, franquismo y Guerra Civil española). Eurom no da tregua en ello con seminarios, vídeos, exposiciones… hasta el hartazgo y vuelta la burra al trigo. Lo increíble sería que esta buscona le saliese a la Comisión Europea carente de estilo, faltona e insolente. Ni una crítica de fondo. Todo es: “¡Ay cariño mío, ay mi amor!” … y venga más financiación, más madera para una memoria europea prostituida y pagada.
Quien le hizo el favor al Ayuntamiento de tirar la estatua de Antonio López es la misma que le baila el agua a la Comisión Europea en vez de batirse para recordarle de una *** vez que los males de la Europa de hoy no parten del Pacto Ribbentrop-Molotov (23.08.1939), fecha por lo que se considera el 23 de agosto un Día de la Memoria de Europa, de las víctimas de los totalitarismos. No fue así. El hoy emérito profesor Jesús María Rodés, en una de sus clases magistrales en la facultad de Ciencias de la Información (UAB), lo dejó claro en 1987.
El Día de la Memoria de Europa debería referenciarse al 30 de septiembre de 1938 cuando con el Pacto de Munich las principales democracias europeas firmaron una preventiva paz por separado con Hitler. Le dieron al nazismo la carnaza de los Suretes (Checoslovaquia) y dejaron a la URSS sola ante el poderío militar alemán. La respuesta soviética fue el pacto Ribbentrop-Molotov que, tras repartirse Polonia, permitió a los pánzers derrotar a las democracias cobardes que no estaban protegidas por el ancho foso del Canal de la Mancha.
Por razones de Estado y de supervivencia de la Unión Soviética se venció al nazismo, no porque los europeos de las democracias se alzasen contra Hitler. Tuvieron que morir en la guerra más de 25 millones de soviéticos para que también las democracias pudieran cantar victoria con un pequeño número, comparativamente, de muertos. El mariscal alemán Keitel lo dijo cuando a la firma de la rendición incondicional se presentó el delegado galo, a quien espetó que Francia no le había ganado la guerra.
Este pasaje clave de la reciente Historia es el que la Unión Europea no quiere recordar y encima tergiversa con sus programas de memoria. Los Eurom de turno se atienen a ello y así es imposible que Europa reflexione sobre su pasado para solventar los problemas presentes y vertebrar el futuro. Demasiada complacencia consigo mismo. Falta el sentido crítico que agite la memoria de la Unión Europea para recordarle que fue incapaz y cobarde con los populismos totalitarios de los años veinte y treinta del siglo pasado. Y nada asegura que no vuelva a ocurrir si en vez de reflexionar sobre aquel infame 30 de septiembre seguimos rememorando el 23 de agosto a tenor de todas las meretrices de la memoria.
Los erróneos programas europeos de Memoria, tan trajinados por entes subvencionados, pueden contribuir a que la próxima estación término sea Auschwitz. Y no será porque vuelvan los fantasmas totalitarios vestidos de fantoches con gamadas, hoces y martillos, sino porque la Europa democrática evita recordar los fracasos que le abocaron al Pacto de Munich, limitándose a hacer memoria de las consecuencias de los totalitarismos de Hitler y Stalin.
Así no se afrontan con garantías las reivindicaciones populares (ej. chalecos amarillos); los problemas complejos, contenidos por ahora con montones de euros (ej. inmigración ilegal); el desafío totalitario de quienes califican de “fachas” a los que no piensa como ellos; el nacionalismo recrecido desde que la UE, lejos de defender el mosaico yugoslavo, toleró, cuando no defendió, la solución final para los Balcanes basada en limpiezas étnicas; la desafección del Reino Unido al desdeñar una UE basada en el mercado interno y en el Estado de bienestar sin valor añadido para lo que ya tienen los británicos; las imposiciones por simple mayoría parlamentaria sumada a la acción directa… Y esto pasa, entre otras razones, porque Europa tiene serios problemas de memoria que en vez de resolverlos con expertos y críticos exigentes se abraza a las placenteras Sugar Girl. Eurom es una de ella, aquí y en Bruselas, una de esas putas distinguidas para clientes de alto standing del Viejo Continente, daddy.