En cuanto la compañía, la poderosa Carnival Cruises, de Miami, tuvo conocimiento de la situación y de que la tripulación no tenía medios para reponer las máquinas dañadas, movilizó sin demora los remolcadores necesarios para devolver la nave a los Estados Unidos. Tras cuatro días de remolque, el CARNIVAL TRIUMPH llegó a Mobile, donde desembarcaron a los pasajeros sanos y salvos. Tampoco hubo, según parece, que lamentar daños personales entre los tripulantes. Fin de la historia.
Este accidente marítimo, un mero incidente sin mayor importancia, coincidió en el tiempo con el accidente de un ferry fluvial en Bangla Desh en el que fallecieron un número indeterminado de personas, probablemente más de un centenar (véase el artículo publicado en NAUCHERglobal el pasado día 12, “Numerosos muertos en el naufragio de un ferry en un río de Bangla Desh”).
No obstante la diferencia abismal en cuanto a la gravedad del accidente, el incidente del TRIUMPH ha sido aireado en toda la prensa, no sólo en la prensa especializada, durante días y días, y se ha dado la voz a los pasajeros para que proclamen su extraordinario sufrimiento por no poder ducharse con agua caliente o no comer a la carta durante cuatro días. Ya está preparada la legión de abogados que presentarán miles de demandas por la angustia (stress) padecida por los cruceristas. Del accidente de Bangla Desh apenas nada se ha publicado. Más de cien muertos ignorados por la prensa general y por buena parte de la prensa especializada. La realidad es así, demagógica y cruel.
En un primer momento, la Redacción de NAUCHERglobal decidió que no valía la pena dedicar esfuerzos informativos al incidente del TRIUMPH. Y seguimos pensando que fue una decisión lógica y acertada. En este artículo queremos poner de relieve el diferente tratamiento informativo que merecen los accidentes marítimos y cómo la percepción que tenemos de la realidad viene marcada por las poderosas agencias informativas del mundo desarrollado.