A lo largo de la vida, las personas van adquiriendo, unas más que otras, distintas experiencias que constituyen el acervo de sus conocimientos, una historia personal, que suele reflejarse en el currículum vitae, necesario para evaluarla y saber si un candidato es idóneo para el cargo o el empleo.
Todos sabemos que la persona idónea es aquella que reúne una serie de fortalezas, amplios conocimientos sobre la plaza a la que aspira, experiencia profesional demostrada y manejo de situaciones complicadas, es decir, las cualidades para ejercer el cometido que la empresa necesita.
El idóneo profesional para la empresa privada
Es sabido, que hoy en día todas las empresas tratan de prepararse lo mejor que pueden para hacer frente al mundo globalizado y competitivo en que se van a mover; por ello, a la hora de contratar nuevo personal, dejan la elección a empresas especializadas en ese campo, o ellas mismas han desarrollado sus propios procedimientos selectivos, conscientes de la importancia de tener un buen equipo humano. El acierto o desacierto en la elección, puede inclinar la balanza de resultados hacia uno u otro lado.
En el mundo marítimo hay muchas personas que tienen el título de capitán, pero no todas ellas están capacitadas para gestionar un buque de pasajeros, un gasero o un superpretrolero. Lo mismo se podría aplicar a la gestión de un jefe de máquinas, así como a la del resto de los oficiales. Este mismo baremo de capacitación es el que se debiera aplicar al personal de tierra que dirige la naviera.
Sostengo que la idoneidad para obtener un puesto de trabajo no se adquiere por el simple hecho de poseer una cualificación determinada, sino que ésta debe estar arbolada con la experiencia, cursos de especialidad, gestión, relaciones humanas, etcétera. Hablamos de personas con mérito y capacidad, principios que el artículo 103.3 de la Constitución española exige observar para la selección de funcionarios y empleados públicos.
El idóneo para los políticos

Sin embargo, desde hace años la idoneidad en la política española funciona de otra manera; el mérito y la capacidad son cuestiones menores, marginales, lo que prevalece es el servilismo, el amiguismo, el pensamiento romo, en una palabra, ser el favorito/a del ama o del amo para, llegado el momento, ser el agraciado o la agraciada . Esta forma de actuar podría ser hasta anecdótica si se realizara entre empresas particulares, el drama es que estamos hablando de políticos que han de dirigir (mandar) la Administración y la diversidad de negocios y asuntos públicos, y nombran a los cargos institucionales, muchos de ellos de relevancia social e internacional.
El funcionamiento de un Ministerio se puede comparar al de un buque de pasajeros. Por un lado está la tripulación y por otro el pasaje. Los primeros son los funcionarios de carrera que permanecen siempre, independiente del Gobierno de turno, y son los que manejan el día a día. Luego están los segundos, el pasaje, que son los llamados altos cargos, de éstos, los directores generales son los que en teoría deberían ser conocedores de la materia para la cual han sido nombrados. Y por encima de los directores generales está la liga de los políticos y sus asesores. Ahí, en ese campo, se sustituye el mérito y la capacidad, salvo excepciones, por los años de servicio de espera política, por las presiones existentes dentro del propio partido para colocar a los suyos, cosas así, una amalgama de intereses entrecruzados y con sombras más alargadas todavía, que nada tienen que ver con el objetivo de nombrar para el puesto a los más capaces y preparados.
Ese equipo de políticos junto con sus asesores, que cada uno de ellos arrastra su particular mochila, gestionan una empresa llamada “El Estado”, y desde el inicio ya arrastran los vicios de la forma de actuar que vieron y sufrieron durante tantos años de paciente espera a la sombra de sus futuros padrinos.
Elección de la idoneidad del presidente de la CIAIM
Cito este caso porque fue muy comentado en el Ministerio, por aquel entonces de Transportes: el nombramiento de presidente de la CIAIM –del funcionamiento de esta comisión no voy a hablar porque necesitaría varios artículos– cargo importante con connotaciones internacionales y cuya elección, por lo tanto, debería ser rigurosa y de acuerdo con la ley.
Entre los aspirantes al mismo había un capitán de la marina mercante que cumplía sobradamente todos los requisitos exigibles, pero el político encargado de poner el dedo cesarista sobre el elegido dijo: tiene muy buen currículum, pero no es el idóneo y nombró a otro que cumplía mejor las condiciones espurias que le contentaban. Un nombramiento más político que profesional.

Podríamos estar citando muchos ejemplos de cómo algunos de estos estos altos cargos políticos entienden la idoneidad de un candidato, sin darse cuenta del perjuicio tan enorme que esta forma de actuar produce a la reputación de un país.
La mayoría de cargos técnicos, comisiones reguladoras o investigadoras no deberían ser nombradas a dedo por los políticos de turno, sino que estos deberían ser asesorados/as por una terna de personal cualificado cuyas decisiones estuvieran fuera de todo sesgo político, dónde solo se mirara la idoneidad real del candidato.
El actual Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA) tiene la oportunidad de hacer una restructuración importante en la CIAIM, modificar la normativa que haya que modificar y crear una nueva Comisión de Investigación de acuerdo a los tiempos actuales y al nivel técnico y profesional que le corresponde a una potencia marítima como España. Confío que se imponga el sentido común y el principio constitucional de mérito y capacidad sobre el amiguismo ideológico y el compincheo partidista.
NOTA. La foto de portada muesrtra al pesquero MOTXO, cuyo accidente y posterior informe de la Ciaim fueron muy polémicos.