Ya es un hecho que el nuevo museo se ubicará en el puerto de Barcelona, en el muelle de Levante, una nueva zona que, junto al Hotel Vela y a la nueva marina de la Bocana Norte, sumado a la renovación del Port Vell, tiene que convertir este área en un polo de atracción para unos turistas que, por millones, visitan cada año la capital catalana y la convierten en el principal polo socio-cultural de España.
Si la franquicia del Hermitage en Ámsterdam (Holanda) es un éxito, ¿por qué no debería pasar lo mismo en Barcelona? El turismo ruso está, cada vez afianzándose en los mercados europeos. Y, al margen de la idoneidad de disponer de un nuevo museo en la ciudad, lo cierto es que económicamente la ciudad y el puerto pueden salir ganando.
Son unos pocos los que creen que se trata de una operación de especulación artística y de privatización de suelo portuario. No obstante la realidad indica otra cosa: la atracción de una marca como Hermitage, unida a las marinas deportivas de lujo que se proyectan en Barcelona puede y debe mejorar la imagen de la ciudad hasta niveles que aún hoy -pese a ser uno de los principales lugares turísticos de Europa- no se habían visto. A modo de ejemplo, tras el Rijksmuseum y el Van Gogh, el Hermitage es el más visitado de Ámsterdam en la actualidad.
Por lo pronto, la franquicia del museo Hermitage de San Petersburgo en Barcelona ya tiene quien dirija el proyecto museográfico: se trata del profesor Jorge Wagensberg, actual director científico de la Fundación La Caixa, y alma máter en la renovación del Cosmocaixa, el antiguo Museo de la Ciencia.
Wagensberg tendrá ahora el arduo trabajo de saber escoger de entre los 2,9 millones de obras de arte que contienen los almacenes del principal museo ruso. Y, por mucho que protesten los de siempre, escudándose en los ciudadanos de la Barceloneta, será un placer ver en la capital catalana obras de artistas como Tiziano, Leonardo, Rafael, Caravaggio, Canaletto, Tintoretto, Veronés, Rubens, Van Dyck, Rembrandt, Murillo, Ribera, El Greco, Zurbarán, u obras de artistas como Monet, Renoir, Pissarro, Degas, Cézanne, Gauguin, Van Gogh, Matisse o Kandinsky… Obras de pintores que El Prado siempre ha negado a Barcelona.
Se trata de un extenso catálogo con 17.000 pinturas, 738.000 objetos arqueológicos y 12.600 esculturas que, expuestas en el Port Vell, llegarían franquiciadas, lo mismo que sucede en Ámterdam. La nueva bocana del puerto ofrece una edificabilidad, en principio, de más de 6.000 metros cuadrados -8.500 según algunas fuentes- para el nuevo museo, con muelle propio y ni la Generalitat ni el Ayuntamiento realizarán aportación económica alguna, ya que se trata de una iniciativa privada, liderada por la empresa Cultura Development Barcelona.
La idea es que, en un plazo no superior a los tres años, el Palacio de Invierno de los zares, en San Petesburgo, tenga una filial catalana y que con ello se dinamice la nueva zona abierta a la ciudad del muelle de Levante.