No es la primera vez que el Gobierno español realiza una pirueta semejante. Sin complejos. Admitieron durante años que el vertido inicial, tal como prueban las fotografías y los calados del buque, y como declararon todos los testigos, no superaba en ningún caso las 3.000 toneladas. El mismo director general de Marina Mercante, López Sors, comunicó en la tarde del 14 de noviembre al supuesto organismo rector (el camarote de los Marx, en realidad, como explicamos en NAUCHER global), que el PRESTIGE había perdido hasta aquel momento entre 1.500 y 2.000 toneladas de fuel. Años más tarde, sin ninguna vergüenza, apoyados en la teoría de la avería interior del buque inventada por el ingeniero americano Cushing, lanzaron la especie de que había derramado en esas primeras horas unas 20.000 toneladas.
En estos diez años todas las fuentes oficiales clamaban al cielo por el mayor desastre ecológico sufrido en España. La subcomisión creada por el Congreso de los Diputados “sobre el seguimiento de las consecuencias derivadas del hundimiento del Prestige”, concluyó tras casi dos años de trabajo (desde noviembre de 2004 hasta junio de 2006), que “los vertidos de fuel procedentes del Prestige produjeron severos daños medioambientales en el litoral atlántico y cantábrico de las costas españolas”. El informe final de la subcomisión asumió incluso que “los gravísimos daños ecológicos” permitían afirmar que Galicia había padecido “la mayor catástrofe ecológica de su historia”. Se han pagado indemnizaciones millonarias y quedan todavía pendientes reclamaciones con muchos ceros a la derecha. Para qué.
Las biólogas del CEDEX declaran ahora ante el tribunal que las especies marinas que han estudiado “no reflejan un impacto del vertido”. Y el plancton, “tanto fitoplancton como zooplancton” puntualizan, tampoco se ha visto afectado. En definitiva, concluyen las técnicas del CEDEX, el daño ecológico causado por el PRESTIGE fue una minucia, nada serio, mucho ruido y apenas nueces.
Al estupor general ante este giro impensable se sumó la postura indiferente del fiscal, que lejos de arremeter contra quienes ahora niegan el grave daño ecológico producido por el fuel del PRESTIGE, se limitó a comunicar al tribunal que no tenía pregunta alguna que efectuar. Álvaro García interviene en el juicio del PRESTIGE por su cargo de fiscal de medio ambiente de La Coruña, un fiscal especializado en los delitos relativos a los recursos naturales y el medio ambiente. Análoga postura adoptaron, como es natural, los abogados del Estado. Aceptan que el daño ecológico fue minúsculo, prácticamente inexistente.
¿Cómo explicar este giro copernicano? ¿Qué justificación, si alguna, puede tener la pasividad del fiscal y de los abogados gubernamentales? Fuera de duda que uno y otros han hablado del asunto y han acordado sus posiciones, con la anuencia, por supuesto, de sus superiores jerárquicos. Es probable, incluso, que hayan hablado con el presidente del tribunal. Vamos a olvidarnos del delito medioambiental, aquí no ha pasado nada grave. ¿Con qué propósito? Está claro que con la nueva estrategia, a la que hay que sumar el hecho de que el fiscal había renunciado un mes antes a la declaración de los peritos y testigos que había propuesto para probar el grave daño medioambiental (aprovechando que ese día los abogados de Nunca Mais se encontraban ausentes), se trata de difuminar el delito ecológico, de forma que el tribunal se vea compelido a absolver a los acusados de ese delito. Tal maquinación sólo puede tener un destinatario: salvar al soldado López Sors. Se trataría de que la condena al ex director general de Marina Mercante, que a estas alturas del proceso parece inevitable, no incluya las penas de prisión previstas en los artículos 325 y 326 del Código Penal (CP), para el delito ecológico. La condena se quedaría en una multa, peccata minuta, por un simple delito de daños patrimoniales cometido por imprudencia grave (artículo 267 CP).
El Estado recompensaría así la lealtad del servidor que ha soportado toda la culpa del desastre y que ha permitido que los Fernández Mesa, Álvarez Cascos, Matas, etc. queden libres de polvo y paja no obstante su manifiesta incompetencia y sus claras responsabilidades. ¿No se premió a un subinspector de escasas luces, Serafín, con la Capitanía Marítima de La Coruña? ¿No se ascendió a personajes secundarios, Alonso, Suárez Llanos, Ramos, etc. por su obediencia y disposición a acatar lo que tenga a bien la autoridad? La dignidad de López Sors no consentiría un trato peor. Con toda razón.
¿Y qué dice a todo esto la sociedad gallega? ¿Se van a conformar los gallegos con este nuevo pelotazo en el ojo, una manipulación humillante de la realidad? Lo que tenemos por ahora es que “La Voz de Galicia”, tan rauda y belicosa cuando se trata de condenar a los tripulantes del PRESTIGE, no ha dicho ni pío sobre la comparecencia de las biólogas de CEDEX. O no se han enterado de la fiesta o prefieren no darse por enterados. Al final, la catástrofe ecológica del PRESTIGE ni siquiera habrá existido y el magnífico episodio de los voluntarios quedará como el decorado de una película antigua que no se realizó. Una pena.