En la carrera para ser el combustible de transición, el GNL está cada vez más pendiente del retrovisor, no es para menos, un competidor sobrevenido ha aparecido en el espejo. Los combustibles marinos actuales (maquillados de e- minúscula o no), hidrocarburos fósiles y en absoluto renovables ya tienen fecha de caducidad (2050) y, mientras llegan los combustibles del futuro (respetuosos con nuestro planeta, renovables y, esperemos que también asequibles), la responsabilidad de mantener las líneas marítimas ha de recaer en los llamados combustibles de transición que, aunque imperfectos, son menos agresivos, contribuyen de alguna manera a la descarbonización y reducen la emisión de otros gases generadores del efecto invernadero.
En esta competición, que ha durar dos décadas, hay un corredor en cabeza: el gas natural licuado, abreviado GNL (o LNG para los que conducen por la izquierda). Hasta hace pocos meses, las órdenes que llegaban a los astilleros especializados en grandes buques portacontenedores señalaban muy mayoritariamente al GNL como combustible dual en la motorización. Pero, de pronto, en el último trimestre de 2022, las navieras de referencia Maersk y Cosco+OOCL han encargado la construcción de un total de 24 megabuques de entre 16000 y 24.000 teus, motorizados para usar también metanol como combustible.
El resultado es que, en ese último trimestre, los encargos de buques preparados para consumir metanol han doblado al número de encargos de buques pensados para consumir GNL. La prevista hegemonía del GNL empieza a estar amenazada y con ella una cantidad enorme de capital destinado a inversiones energéticas (producción y distribución) que entra en incertidumbres estratégicas de alto riesgo.
El metanol como combustible es un viejo conocido desde que entre 1923 y 1960 se mejoró su fabricación y actualmente su producción sobrepasa los 100 millones de toneladas/año. Producir o modificar motores marinos para ser alimentados con metanol es más barato que hacerlo para que funcionen con GNL y su transporte, utilización y disponibilidad es menos exigente. Esta suma de factores unida a las fuertes oscilaciones que el precio de del gas natural (y el diésel) ha vivido en 2022, han catapultado al metanol a ser un rival temible para el gas natural licuado.
Pero es en su incipiente versión verde, es decir, producido con energías renovables, donde puede tener una gran oportunidad como combustible marino superando en expectativas al hidrógeno y al amoniaco. Atentos.
Nota: El campeón mundial en la fabricación de metanol, tanto para la industria química como para su utilización como combustible marino, es la canadiense Methanex, que con sus 1.300 empleados está presente en los cinco continentes y levanta como bandera el respeto y cuidado de la vida en todos sus aspectos, empezando por sus colaboradores.