Años llevamos asistiendo a esta desgraciada representación de un drama que se desarrolla en toda su fuerza. Vida de muchos afortunadamente; muerte de bastantes. Vidas que se pierden, además de las que quedaron en el camino hasta el momento del embarque.
Y así día tras día, año tras año y ya casi no llevamos la cuenta… ¿2015?, ¿antes?. Y lo que seguirá.
Gentes que huyen de una vida imposible, que atraviesan lugares inhóspitos, llegan a Libia, y desde allí los maltratan, torturan, desvalijan, van muchos a Túnez ahora… y embarcan después de ser desvalijados para tratar de llegar a Lampedusa, desde donde dar el salto a Alemania, Austria, Suecia, Finlandia, Francia… como todos sabemos.
La ruta del mar está favorecida por las ONGs. Llamadas telefónicas de los traficantes, y allá que va el buque de la ONG de turno al rescate, para dejarlos en Lampedusa… y ya se las apañará la UE, o Italia en la mayoría de los casos.
Esta es la situación, que se va a seguir complicando sin ninguna duda. Sudán, Etiopía, África Central, sin olvidar la propia Túnez e incluso Argelia y el Norte de Marruecos. Sin contar los que, desde otros puntos, llegan a España.
¿Cuál es el camino a seguir?
Suspender a las ONGs y cancelar este servicio de rescate “a la carta” no tiene sentido; pues en tanto en cuanto tanto las autoridades de los países de emisión, tránsito y embarque no puedan controlar el fenómeno, las pateras y las embarcaciones más o menos frágiles seguirán zarpando de los puertos de origen y correrán el albur de un destino incierto.
La respuesta de la UE debe de venir de una serie de acciones que aún no están en marcha:
– Financiación adecuada y controlada (sin tirar el dinero) para la formación de futuros emigrantes necesarios en Europa, en los países de origen en los que se pueda dar (caso de Senegal, Mauritania, posiblemente Túnez y alguno mas de África central)
– Creación de un cuerpo de control en fronteras en los países de origen y tránsito, junto a sus organismos de policía para detener en la medida de lo posible la inmigración ilegal.
– Reforzar las fronteras en los países de embarque junto a los planes de ayuda y control que ya están en marcha.
– Creación de centros de clasificación controlados de forma mixta en los países de embarque gestionados por sus autoridades con la colaboración de Frontex, para facilitar la emisión del certificado de asilo a todos aquellos que lo merezcan, y devolución a sus países a los que no sean merecedores
– Creación de una fuerza marítima de vigilancia e inspección que, junto a Frontex, impida la salida a aguas profundas de las pateras y otras embarcaciones ilegales (la operación Atalanta ha hecho un gran papel en Somalia con la piratería). La fuerza marítima controlará la actividad de las ONGs.
Con toda seguridad, que estas medidas y otras de mayor y mejor calado, han sido evaluadas y varias de ellas se están poniendo en práctica. Pero siendo este, entre otros, uno de los cometidos de la agencia Europea de la Seguridad Marítima, junto a Frontex… ¿cómo es que todavía no hemos dado con la solución?