Y… ¿a qué se refiere el Convenio?
Pues ocurre que los buques mercantes de todo tipo, toman de la mar o de los ríos, si es que se encuentran fondeados en alguno de ellos, agua de lastre: llenan unos tanques especiales situados en los fondos del buque que, una vez llenos de agua contribuyen a dar estabilidad al propio buque con el peso del agua cargada en los tanques de lastre (para los profanos).
Y, naturalmente, cuando no la necesitan, la bombean a la mar. Pero es que al tomar el agua a bordo en un puerto del Pacífico sudamericano, en el agua venían bacterias, organismos e incluso animales que forman parte del ecosistema de la zona en donde el buque carga el agua de lastre. Y cuando ya no la necesita, que puede ser en un puerto europeo, la lanza a la mar en un ecosistema diferente. Los resultados, comprobados por las organizaciones ad hoc suelen significar importantes daños ambientales y para la biodiversidad; de aquí que la ONU tomara cartas en el asunto y en 2004 se adoptara el Convenio que entrará en vigor cuando haya sido ratificado por 20 Estados, condición alcanzada con la firma de Finlandia en este mes de septiembre.
Así es que a partir de septiembre de 2017, los buque mercantes deberán de gestionar su agua de lastre mediante las normas del convenio, que requerirán el cumplimiento de ciertos condicionamientos entre los que se encuentra el cumplimiento de determinados estándares, un libro de registro de entradas, tratamiento y descargas de agua de lastre y sedimentos, y una certificación para cada buque.
Los armadores, parece que están deseosos de que se establezca el citado convenio que marque unas pautas de comportamiento que hoy no existen para toda la comunidad marítima y sí que se aplican únicamente en países más sensibles al tema como los Estados Unidos, cosa que les causa considerables molestias. La puesta en práctica de la norma servirá para establecer los patrones de comportamiento.
Bienvenido sea el convenio, pues en España ya tenemos alguna experiencia en contaminación de aguas con las experiencias negativas de especias foráneas en aguas del Delta del Ebro que han ocasionado daños a cultivos marinos y especies locales.