El auditorio del Consorci El Far acogió la pasada semana la presentación del libro «Bitácora de un Masón. Enigma secreto de una travesía iniciática», donde su autor, Gaspard Galland narra sus vivencias de forma autobiográfica.
En la obra, publicada por la editorial Labyrinthus, y cuyo coautor es Hiram Muaddib, se incluye la pasión por el mar, la masonería: lo que es, a que se dedican y el compañerismo que hay entre todos los hermanos, una historia de amor, el conocimiento de uno mismo y la transformación personal del personaje.
Galland, directivo de una multinacional, lo despidieron a los 53 años de forma inesperada, y entonces decidió aprovechar su nueva situación para reflexionar sobre sí mismo, y dar sentido a esta nueva etapa en su vida. Así, se lanzó a dar la vuelta al mundo, en un velero de 11 metros del año 1984, consciente que no tenía la experiencia suficiente y sin el barco preparado para la travesía por falta de presupuesto.
En noviembre del año 2007, salió del Club Marítimo de Barcelona, y zarpó hacia el Caribe. Llevaba izada en la primera cruceta, un gallardete masónico, que le permitiría, como Francmasón, visitar y conocer otras Logias, de diferentes países y a numerosos masones.
Estando en Venezuela, se queda sin dinero por el cierre de un negocio, pero consigue seguir gracias a la ayuda de la buena gente. Se tiene que quedar un año en Panamá, donde logra algo de liquidez navegando por el archipiélago de San Blas, (donde viven los indios Kunas). Consiguió escribir en la revista Yate algunos artículos a través de su compañera y amiga Inma. De madrugada, sufrió un intento de abordaje con armas, cuando fondeaba en solitario en la bahía de Portobello. En las Islas Galápagos, colisionó frontalmente con una orca por la noche. Se quedó sin alimentos días antes de llegar a las Islas Marquesas, alimentándose con suero, perdió la pala del timón entre Tonga Y Fidji y después de casi una hora y media consiguió por fin que le escucharan a través de la radio y fue rescatado en el último momento. Con la ayuda de los nativos consiguió fabricar una nueva pala, y navegando hacia el océano Índico sin radar ni luces de navegación; y con dos tsunamis durante la travesía.
Cuando navegaba por el mar Arábigo, sufre el momento más duro del viaje, el efecto del agujero negro (o Poto Noir), y una semana más tarde, es abordado por piratas yemeníes armados.
En Sudán, embarranca en los arrecifes, logra salir gracias a unos contrabandistas, y decide entrar en una base de la armada egipcia sin autorización, para poder conseguir reparar los daños de la pala y poder seguir hacia el Canal de Suez. Primero es detenido, debido a que además hay una mujer a bordo acompañándolo; y tras una reunión con el comandante de la base, la situación da un giro inesperado, deciden ayudarle a reparar los daños; ponen un coche oficial con chófer a su disposición, y comparte con los oficiales de la base momentos inolvidables.
Cruza el canal de Suez y cuando iba rumbo a Barcelona, debido al desgate físico durante la travesía del Mar Rojo, tiene que parar en la isla de Creta, donde es hospitalizado de urgencia, por problemas de espalda. Durante su recuperación, de tres semanas, aprovecha la ocasión, para visitar el Palacio de Cnosos, donde se encuentra el primer laberinto de la historia, el del Minotauro Cretense, donde Teseo logra a través de Ariadna matarlo y así volver a salir del laberinto, gracias al ovillo que le proporciona la princesa.
Mientras observa el Minotauro pintado en las paredes de las ruinas del palacio, le viene a la memoria la imagen del ser mitológico, que figuraba en el medallón central del Laberinto de la catedral de Chartres, y se pregunta, si hay alguna relación entre ambos laberintos.
Allí, es consciente que su viaje por mar ha finalizado, pero decide dejarse llevar por la curiosidad y la intuición, y se desplaza a Chartres, donde se encuentra con un enigma: el misterio de la orientación de la catedral.
Es un viaje dónde además de dar la vuelta al mundo, le sirve al personaje para conocerse mejor, entender el significado de la vida, y tener más consciencia de sí mismo.
En Chartres descubre la estrecha relación que hay entre la catedral y la aparición de la masonería actual, a través de las cofradías medievales iniciáticas, y se pregunta si hay una relación entre el laberinto cretense, donde descansa Odiseo, su velero, y el laberinto de Chartres, donde se encuentra él, y si la respuesta al misterio de la orientación de la catedral de Chartres, está en el laberinto, y qué mensaje intenta transmitir la orientación de la catedral.
Chartres está edificada a 33 metros sobre un pozo celta sagrado, de aguas y de corrientes subterráneas telúricas, donde los sacerdotes druidas se reunían desde el año 3.000 A. de C., hasta la llegada de Julio César. En ella no hay enterrados ni papas, ni reyes, ni obispos y es la única catedral del gótico, que no está orientada hacia el Este, como el resto de las catedrales.