Los trabajadores se mostraban muy críticos con la actitud del grupo Remolques Unidos, SA (RUSA,) que adquirió recientemente Remolcadores de Barcelona, SA (Rebarsa), que junto a la Sociedad Anónima de Remolcadores (SAR, grupo Bergé), forman la UTE que ganó el contrato de remolque en el puerto de Barcelona (ver artículo). Rebarsa habría liquidado el taller de mantenimiento, dotado de personal propio que también servía para hacer relevos imprevistos en las tripulaciones y habría puesto fin al sistema de Mantenimiento Asistido por Ordenador (MAO), sustituyéndolo por un sistema manual de menor eficacia y fiabilidad que el sistema MAO. Además, la UTE puso encima de la mesa su pretensión de modificar el actual sistema de turnos de trabajo, guardias de 24 horas seguidas de al menos 24 horas de descanso, por otro sistema de entre 9 y 14 guardias seguidas de 24 horas, un sistema que RUSA y otras empresas del sector aplican en diversos puertos, por ejemplo en Málaga y Santander. De acuerdo con el contrato firmado con la APB, los remolcadores en servicio han de estar disponibles 24 horas, 365 días al año. La propuesta de las empresas provocó un amago de huelga de los trabajadores, que finalmente se avinieron a mantener la paz social.
Para los trabajadores, el sistema de turnos propuestos por las empresas les supondría a estas un ahorro del 38 por ciento de los costes salariales, con la consiguiente reducción de puestos de trabajo. Las empresas aducen que el sistema de mantenimiento, reparaciones y respetos que venían aplicando daba lugar a numerosas ineficiencias y abusos y que, dentro del derecho que les asiste de organización del trabajo, han considerado necesario mejorar el sistema, eliminando burocratismos y haciéndolo más ágil y flexible. Se trata, según la dirección de las empresas, de optimizar los recursos a fin de mejorar costes, pues la facturación se habría reducido en los últimos años hasta un 20 por ciento debido a la caída del número de buques que entran en el puerto de Barcelona.
En cuanto a la cuestión de fondo, el cambio de los turnos de trabajo, empresas y trabajadores pactaron que en caso de desacuerdo pondrían la cuestión en manos de un arbitraje consensuado que dictara un laudo vinculante para las partes. “En esas estamos. Nuestra intención es proponer como árbitro/s a magistrados eméritos con conocimientos del sector marítimo y que resulten aceptables para los representantes de los trabajadores”, confirmaron a NAUCHERglobal desde las empresas que forman la UTE.
El delicado trasfondo de seguridad que subyace en el conflicto, pues los remolcadores constituyen un elemento de gran importancia en la seguridad de las aguas portuarias, convierte lo que sería una disputa ordinaria en el ámbito de las relaciones laborales, en una cuestión que va mucho más allá del mero interés económico de las partes.