Ante la ausencia de información oficial, el Club del Transitario Marítimo pidió ayuda a quienes pudieran conocer y estar más al día en esa información. Respondió el puerto de Barcelona, en las personas de Jaume Bagot y Lluis Paris, que aceptaron la invitación, y el pasado día 14 de abril, asistieron a la reunión mensual del Club para debatir sobre la trascendencia, sistemas y requisitos de la puesta en práctica de la nueva obligación.
“La situación está llena de lagunas jurídicas, de organización y de implementación”, señalan desde el Club. Después de un trasiego incomprensible, al final, el Estado ha designado a la Dirección General de la Marina Mercante para el desarrollo de la norma de implementación, pero “hoy por hoy –a dos meses vista- no se conoce ni siquiera el borrador de esa norma”.
En este sentido, nadie conoce cuál va a ser el sistema de pesaje que el Estado elegirá entre los dos sistemas que la norma internacional autoriza; tampoco se conoce dónde podrán pesarse materialmente los contenedores, a pesar de que las terminales tienen adelantadas infraestructuras para ello; ni se conoce quiénes van a estar homologados para emitir la obligada certificación del peso; cuáles van a ser los procesos de homologación de básculas o infraestructuras; ni las tolerancias que van a admitirse.
Los transitarios están preocupados por los efectos de esta norma y, especialmente, la responsabilidad que van a adquirir, el sobrecoste que pueda significar y los retrasos que necesariamente deberán producirse.
Los ponentes a la jornada del CTM aseguraron que el puerto de Barcelona está colaborando con la Administración para acelerar el proceso de la norma, y que a buen seguro la norma saldrá antes de agotarse el plazo para que empiece a ser obligatoria.