La sentencia deja probada la culpabilidad de Schettino por homicidio imprudente múltiple, abandono del buque y no haber informado a las autoridades de la colisión inmediatamente después de producirse. Este último hecho, unido a la tardanza del capitán en organizar el abandono del buque, resultó crucial para que se produjeran las 32 muertes. Los expertos que declararon en juicio coincidieron en afirmar que la hora que se perdió, entre las 21.45 y las 22.45, impidió el salvamento de todos los pasajeros.
El COSTA CONCORDIA embarrancó en una piedra sumergida próxima a los escollos Le Escola, bien conocidos y cartografiados, cuando la noche del 13 de enero de 2012 se desvió de su ruta, de Civitavecchia a Savona, para pasar próximos a la isla del Giglio, en una maniobra nada excepcional en el mundo de los cruceros conocida como “saludo”. En el momento de la embarrancada, el capitán Schettino se encontraba en el puente y había asumido explicítamente la responsabilidad de la guardia.
Tanto el capitán Schettino como la naviera Costa Crociere, participada por la poderosa Carnival Cruises, tendrán que resarcir económicamente a las numerosas partes perjudicadas por el siniestro, entre ellas la región de la Toscana, algunos ministerios, Protección Civil italiana y al ayuntamiento del Giglio, en cuyas costas quedó varada la nave tras un corto periplo propulsada por la inercia y por el viento.
Antes de conocer la sentencia, Francesco Schettino rompió a llorar en medio de un alegato final en el que se presentó como víctima de una industria con numerosos problemas. Quiero decir, quizá no he sido comprendido, que el 13 de enero del 2012 en parte también morí yo. Desde el 16 de enero ha sido ofrecida mi cabeza con la equivocada convicción de salvar intereses económicos, afirmó. Y añadió: He vivido en un circo mediático, es difícil definir como vida lo que yo estoy viviendo. La realidad ha sido distorsionada, alterada en sustancia y forma. Se ha ofrecido una imagen de mí al público que no es real.