La inauguración formal del tercer juego de esclusas, que se une a los dos ya existentes, concluyó a la noche, con el tránsito del portacontenedores chino por las esclusas de Cocolí, en el lado Pacífico, donde se celebró la ceremonia de inauguración. El peaje pagado por este primer buque se situaría entre 500.000 y 600.000 dólares.
Las nuevas esclusas de 427 metros de longitud, 55 de anchura y 18,5 de profundidad del ampliado canal de Panamá –en cuya construcción se han empleado unos 4,4 millones de m3 de hormigón– permiten el paso de buques de hasta 366 metros de eslora, 49 de manga y 15 de calado, y con capacidad para transportar 13.000 TEUs, el triple que hasta el momento. Estos megabuques, bautizados como neo-Panamax, representan ya en torno al 40% de la flota mundial de portacontenedores.
Con esta ampliación se estima que del 5% del comercio marítimo mundial que atraviesa en la actualidad el canal de Panamá se pueda pasar al 8% en los próximos años. El aumento de la dimensión de los buques que podrán utilizar esta vía es previsible que eleve hasta 600 millones de toneladas anuales el volumen de mercancías trasportadas, frente a los 340 millones de 2015. Ahora mismo, según fuentes del propio canal, ya son 170 las reservas recibidas para transitar por la recién inaugurada infraestructura.
La ampliación del canal de Panamá –hasta el momento la mayor obra de ingeniería del siglo XXI a escala interncional– se ha inaugurado con dos años de retraso sobre la fecha inicial prevista. Esta habría coincido con el centenario de la apertura del canal original, construido entre 1904 y 1914 por los Estados Unidos sobre un fallido proyecto francés. Explotado por Estados Unidos durante más de seis décadas, en 1977 el presidente Jimmy Carter firmó el tratado de progresiva cesión de la soberanía de la zona del canal a Panamá, transferencia que concluyó en 1999.
Panamá ha afrontado ahora la ampliación sin ayuda de capital extranjero, con el fin de garantizar su independencia y de que sea el propio país quien reciba directamente el beneficio de los ingresos que proporcionará el creciente tráfico que se espera. Por ese motivo, la inauguración de ayer ha llegado a ser calificada de “acto de reivindicación patriótica”. La propuesta de ampliación del canal fue aprobada por los panameños en referéndum en 2006, ante la evidencia de que el tamaño de los más modernos buques estaba dejando obsoletas y anticompetitivas las antiguas instalaciones.
El retraso de 20 meses en la entrega del proyecto y sobrecostes en la construcción han disparado en unos 3.400 millones de dólares el contrato por 3.118 millones firmado en 2009 entre la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) y el consorcio Grupo Unidos por el Canal (GUPC), que lidera la española Sacyr junto a la ingeniería italiana Salini Impregilo, la empresa de dragados belga Jan de Nul y la panameña CUSA. Esta era, con diferencia, la oferta económica más baja e incluso reducía que 400 millones el presupuesto de la ACP. La disputa que enfrenta a la ACP y GUPC se está dirimiendo desde 2014 en un tribunal arbitral de Miami, quien ya ha dado la razón al consorcio constructor en 360 millones de dólares.