Ante el trágico accidente –a falta de que la Ciaim concluya la investigación en marcha, el fuego se originó, según los testimonios, en la sala de máquinas del pesquero al incendiarse el aceite de lubricación derramado sobre el motor- la movilización y solidaridad de las autoridades marítimas, pesqueras y portuarias, del Gobierno Autónomico y de la Administración que depende del Gobierno de España, fue inmediata y unánime. Con una clamorosa excepción. El otrora prestigioso Instituto Social de la Marina (ISM), con una potente dirección provincial en Barcelona, no se dignó aparecer.
El armador del buque siniestrado, Miguel Caparrós, ha enviado ahora una carta al director general del ISM “para expresarle la tristeza e indignación provocada por la poca sensibilidad del ISM en Barcelona al no aparecer ningún representante de dicha entidad para ofrecer algún tipo de ayuda o asistencia a los tripulantes, uno de ellos se quedó sin techo pues dormía durante la semana en el barco (un verdadero drama humano), sin documentación y sin la más mínima asistencia de nuestra Casa del Mar”.
La Casa del Mar de Barcelona cuenta con una hospedería dedicada a acoger a los marinos y trabajadores del mar en tránsito. Sin embargo, el marinero que se quedó en la calle tuvo que ser asistido por Stella Maris. Caparrós denuncia la indiferencia del ISM: “…el ISM no ha estado a la altura de las expectativas ni ha ejecutado ninguna labor asistencial que pueda desarrollar directamente o intermediando con otras Administraciones o instituciones, ni ha mostrado sensibilidad alguna”.
Miguel Caparrós acaba su escrito al director general del ISM “haciéndole saber el malestar, tristeza, queja por la ausencia total y absoluta de la institución que usted dirige en esta trágica y desgraciada ocasión”.