El acuerdo alcanzado –con la presencia de los representantes más moderados de la asociación empresarial y tras la fuerte presión ejercida por el gigante Maersk, entre otros- significa la subrogación de los empleos de los estibadores en los puertos, un punto al que el Gobierno se ha negado en rotundo desde el primer minuto pero que, con la presencia de diálogo se ha conseguido.
Por lo pronto, los sindicatos convocantes han decidido la suspensión de las cinco primeras jornadas de paro. Para hoy se ha convocado una junta extraordinaria de Anesco que deberá decidir un cambio en sus estatutos con la finalidad de renunciar –o no- a ejercer de representación conjunta en las futuras negociaciones colectivas.
Se trata de una asamblea de vital importancia para la entidad pues esta renuncia podría suponer, de facto, la disolución de la asociación en tanto en cuanto la incapacidad para negociar con los trabajadores por mando de su órgano rector dejaría a la patronal sin demasiados argumentos para su subsistencia. No sería, sin embargo una buena noticia para el sector. La presencia de los representantes del ala moderada de la asociación permite no sólo la negociación con los trabajadores sino también que éstos tengan un interlocutor genérico, en lugar de las propias empresas o de las asociaciones que existen en cada puerto en particular.
Existe, desde hace años, una fuerte división entre las empresas que forman parte de Anesco, muy polarizadas entre las que descargan contenedores, vehículos y graneles –sobre todo sólidos-. En este punto una gran empresa como Noatum, a la que apoya Bergé, se había hecho demasiado fuerte y –para muchos- demasiado influyente en una asociación con otras multinacionales, de origen naviero, de igual o mayor importancia estratégica y económica, o que levantaba muchas suspicacias por las decisiones tomadas.
Tras la asamblea extraordinaria de la patronal las partes han quedado para reunirse este jueves de nuevo y, la próxima semana, pero esta vez con el texto redactado y perfilado para su presentación al Gobierno. Se trata, como ha venido explicando NAUCHERglobal, de una maniobra que permitirá otorgar rango de real decreto (que no pasará por el Congreso para evitar nuevos traumas al Ejecutivo), pendiente del decretazo convalidado, y mantener los empleos de los trabajadores en los puertos españoles.
De la negociación colectiva y de la renovación del Acuerdo Marco, que vence con el final del presente año, ya se hablará más adelante. Quién sabe si con Anesco dentro de las conversaciones o no.
Mientras tanto, el Gobierno, no contento con destrozar el sistema español de estiba con un real decreto ley infecto apuntaba ayer a unos servicios mínimos, en caso de huelga, que en algunos casos podían llegar a suponer el 100% de la jornada laboral. Tarde y mal, como siempre.