Unas decenas de metros por detrás de donde se produjo la colisión, se encontraban atracados cuatro grandes buques de crucero: MSC PREZIOSA, COSTA SERENA, COSTA MEDITERRANEA Y MSC OPERA. O sea, que el EUROCARGO GÉNOVA pudo haber impactado contra el costado de alguno de estos cruceros, y en ese caso estaríamos ahora hablando de un accidente grave, con daños personales y materiales muy severos.
Hubo suerte. Técnicamente sólo se produjo un accidente menor, sin daños personales ni para el medio ambiente. Pero estamos ante uno de esos casos que resulta imprescindible investigar a fondo para evitar que en el futuro la suerte nos dé la espalda y tengamos que lamentar una tragedia. Investigar no sólo las causas de la caída de planta (apagón, black out) del EUROCARGO GÉNOVA, el fallo o insuficiencia del auxiliar de emergencia, y la actuación del práctico (si fuera el caso), y de la tripulación para hacer frente a la situación. También debería analizarse a fondo la velocidad de navegación de los buques dentro de aguas portuarias y recomendar una regulación adecuada para evitar incidentes como el que tuvo lugar el pasado 21 de enero, cuando el COSTA PACIFICA salía a más de 11 nudos, según el capitán del petrolero liberiano GEORGY MASLOV, y rompió sus amarras, ocasionándole averías en el piano de válvulas de carga (manifold), en cubierta, mientras descargaba queroseno.
Esperar a que suceda la desgracia para tomar medidas constituye una política de avestruces, ineficaz y dolorosa.
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