El decreto en vigor que regula la Comisión de Investigación de Incidentes y Accidentes Marítimos, CIAIM, excluye de su ámbito a los barcos de recreo, pero en este caso estaría justificada una investigación técnica excepcional -la investigación judicial ya está en marcha por especialistas de la Guardia Civil- por la gravedad del accidente, dos muertos, y por que la voracidad del fuego sólo se explica por la extrema facilidad para la combustión de los composites que se emplean para la construcción de los cascos de los yates.
El incendió, según los testigos próximos al accidente, se inició con una fuerte explosión que sobresaltó a todos los usuarios del puerto. Inmediatamente aparecieron grandes llamas que abrazaron todo el barco. “En cuestión de segundos el barco quedó carbonizado”.
La Guardia Civil, en labores de policía judicial, baraja la hipótesis de una deflagración a causa de una bengala. Una hipótesis poco plausible, aunque es posible que la información sea un mero recurso para no tener que dar más explicaciones mientras se investiga el origen de la explosión y del incendio.