Recientes excavaciones en Butuan, en la isla filipina de Mindanao, han descubierto los restos de una embarcación a vela que puede cambiar la visión histórica que hoy tenemos de las islas Filipinas en la época precolonial.
A falta de análisis y estudios más detallados, y de la datación de los restos con el método del carbono 14, el hallazgo consiste en una embarcación de gran tamaño, más de 25 metros de eslora por unos 10 de manga, construida con el método tradicional de las embarcaciones precoloniales, llamadas “balangay”. Los restos de otras embarcaciones menores halladas en el mismo yacimiento permiten suponer que la gran embarcación fue construida hace al menos 800 años. Es decir, nos situamos hacia el año 1200.
Magalhaes, el primer europeo que tocó las islas, a las que posteriormente bautizarían como “felipinas” en honor del rey Felipe II de España, sucesor de Carlos V, quien financió la expedición mandada por el navegante portugués, llegó a Mindanao en el año 1521, siglo XVI. Y la gran expedición china de Jung He tuvo lugar hacia 1400.
De hecho la existencia de embarcaciones de gran porte, construidas enteramente con maderas locales, previas a la llegada de los europeos y de los juncos chinos, está documentada por testimonios de la época. El más importante lo firma Pigafetta, el relator de Magalhaes, quien escribió de la estancia en la isla de Mindanao: «Vimos venir dos largas embarcaciones, que los nativos llaman ballanghai, llenas de hombres. En la mayor se hallaba su rey, sentado bajo una toldilla de esteras trenzadas”. La existencia y características de los balangai están bien documentadas. La máxima eslora debía rondar los 15 metros.
Hasta ahora la historiografía filipina presumía que hacia el siglo X, diversas flotillas de balangai habían atravesado el mar de China y recalado en Champa, situada en el extremo más oriental. El descubrimiento de un barco sensiblemente mayor sugiere que los habitantes del Mindanao precolonial pudieron comerciar con las costas de Indochina y probablermente internarse por el océano Pacífico hasta establecerse en algunos de sus numerosos archipiélagos.
Aunque los historiadores filipinos más importantes recomiendan actuar con cautela ante el descubrimiento, y no lanzar las campanas al vuelo hasta que los datos sean incontestables, lo medios especializados llevan varios meses excitados por el hallazgo de los restos quemados de una gran embarcación, conservados bajo tierra precisamente a causa de esa característica, que vendría a demostrar la importancia histórica de los marinos de las actuales Filipinas en el desarrollo del área que en Europa llamamos extremo oriente.