Es cada vez mas evidente la postura general de reguladores, armadores y otros actores en el marco de la descarbonización en el ámbito marítimo, que ésta se debe de alcanzar y llegar a nivel de cero emisiones en 2050. Las conversaciones entre los los miembros del grupo de trabajo preparatorio del MEPC80 (Marine Environment Protection Committe) a celebrar en julio próximo resultarán altamente ilustrativas en este aspecto.
La cuestión es: ¿Cómo llegar a esta situación?, ¿Cómo alcanzar estos objetivos que, por otra parte, son de general aceptación?. Este es un problema que aún no ha sido atacado a fondo en 2023, siendo la MEPC quien deberá de asumirlo. Los nuevos combustibles (amoniaco, hidrógeno, pilas de combustible, e-metanol, bio-combustibles…) y una cierta indefinición en cuanto la GNL, están aparentemente muy definidos; pero falta saber cuáles van a ser masivamente utilizados, cuándo y en qué cantidades.
Los productores no presentan un panorama claro, las estructuras para el suministro a buques menos aún, y los armadores, la gran mayoría de armadores de graneleros y petroleros, no se han decidido, justamente por la indefinición en cuanto a la disponibilidad, suministro y costes.
Es redundante poner de manifiesto que la vida útil de un buque se estima en unos 20 años, por lo que el aparato de propulsión de un buque que se construya hoy permanecerá a bordo en 2040, y así sucesivamente; pero es que las órdenes de construcción de grandes petroleros (Very Large Crude Carriers– VLCCs) suponen un 2,7% de la flota actual que consume combustibles fósiles, siendo esta una situación que no se renovará a corto plazo. Este mes se le han entregado a MSC (Mediterranean Shipping Company) los ULCVs (Ultra Large Container Vessel) MSC IRINA y MSC CELESTINO MARESCA, de 24.000 TEUs cada uno, y los dos consumen combustible fósil, equipados con scrubbers para eliminar SO2 y NO2. Y así podemos seguir con algunas excepciones en cuanto a buques equipados con kite surf o, naturalmente, los que consumen GNL que no es precisamente un combustible de “cero emisiones”.
¿Cómo llegaremos a “cero emisiones” en 2050? Las medidas de la UE, ETS (Emision Trading System), paga el que emite, el reciente acuerdo del Parlamento y la Comisión Europea: reducción del 14,5% de gases de efecto invernadero en los combustibles marinos en 2035, son señales potentes enviadas a la OMI para que ésta se plantee niveles mas ambiciosos que los actuales (50% de reducción sobre los niveles de 2008 en 2050); pero desde luego que sean factibles. Y habrá que presionar a los gobiernos para que a su vez actúen sobre los productores y los suministradores de estos nuevos combustibles de manera que estén disponibles en todas las rutas marítimas.
Y, naturalmente, su coste. Ya ha surgido la expresión: “la madre de todos los BAF (bunker adjustement factor)”. Nada de todo esto será gratis. Y el coste de utilizar los nuevos combustibles recaerá, como es de prever, en la carga, aunque afortunadamente y en lo que se refiere a los contenedores, en esta ocasión el recargo de combustible, cuando llegue, no parece que vaya a ser demasiado dañino.