Cinco celebraciones…
La resiliencia en la cadena logística, la digitalización de procesos y documentos, la descarbonización como necesidad y como atractivo comercial, la cualificación técnica creciente de los equipos lo que comporta mejores salarios y la innovación como política/actitud permanente. Todo eso y lo que contribuye a ello fue expuesto de forma ágil y fundada por el nutrido grupo de ponentes que dotó de un sólido contenido esta estimulante jornada donde se visualizó que la nueva logística ya habita entre nosotros.
… y un funeral
Los primeros en mencionar al finado fueron los ponentes sénior que recordaron, de una forma u otra, aquellos años en que los responsables financieros abrumaban a los responsables logísticos con el mantra de “stock cero” porque inventario era sinónimo de dinero inmovilizado y eso era un anatema a mediados de los setenta, es decir, cuando nació, creció y se multiplicó el método just in time; el trasporte era (¿es?) muy barato; el dinero inmovilizado, los almacenes y el equipo humano para hacerlos funcionar, no tanto.
El método, que surgió de las factorías Toyota y se instauró a escala global, era sinónimo de calidad y excelencia en la logística, algo indiscutible pero, llegó la pandemia… las navieras, casi sin querer, descubrieron las blanc sailings (aquí, por favor, imaginen a un simio gigante en cuclillas blandiendo violentamente un 40’, con música de Richard Strauss de fondo) y con ese “hueso”, han generado los beneficios jamás vistos en sus balances. Por su parte, los puertos descubrieron los cuellos de botella y los responsables logísticos las roturas de stocks.
En consecuencia, rápidamente, hemos pasado del just in time al por si acaso. Es decir, inventarios tranquilizadores, más almacenes y menos camiones y contenedores pero, eso sí, mejor aprovechados.
Pero… si los fletes vuelven a bajar, que ya lo han hecho, y los combustibles también, ¿volverá el just in time?
Pues, por lo que vimos y escuchamos en la jornada de Debates ICIL, sobre logística, la respuesta es: rotundamente, no; porque hay un nuevo actor, inexistente en los setenta, pero vital ahora: la descarbonización.
El just in time se basa en una incesante utilización de medios de transporte para posicionar las unidades justas de una referencia determinada en el punto y hora que el cliente determina y eso: priorizar la puntualidad de la entrega en detrimento de la optimización del transporte es, ahora, anatema ecológico.
Sr. Xavier Rius, ¡felicitaciones!
Víctor Rubio
P.S. El autor, no toca de oído, durante dos años estuvo moviendo trailers semanalmente desde Casablanca a Reino Unido para una gran firma de distribución inglesa. Siempre salieron medio vacios… o peor. No importaba que grandes camiones cruzaran cada siete días Europa transportando, básicamente aire, el cliente pagaba igual porque imperaba el sistema fijado de suministro. La huella de carbono no existía.