En NAUCHERglobal hemos publicado los detalles de las reformas que la DGMM pretende introducir en las titulaciones náuticas de recreo (ver noticia). El director general las presentó al sector reunido en un almuerzo multitudinario en el que los asistentes tuvieron barra libre para preguntar cuanto quisieran. Como Rafael Rodríguez Valero luce pragmatismo por los cuatro costados –nada que ver con esos talibanes armados de ideología y conceptos abstractos que utilizan a modo de protector intelectual y como arma infalible contra los demás-, no tuvo problema alguno en justificar la ampliación de competencias de los títulos de recreo en la necesidad de ayudar al sector a seguir creciendo.
Hasta ahora, sucesivos directores generales venían al salón náutico acorazados con el concepto de seguridad marítima para devolver sin respuesta las solicitudes de los empresarios del sector, por sensatas y modestas que fueran. La seguridad marítima, como tantos otros conceptos o materias, tiene una fuerte componente mobiliaria. Se la puede mover a babor o a estribor, arriba o abajo, para adaptarla a los cambios tecnológicos o a las necesidades políticas. Sólo los necios que se envuelven en banderas partidistas o supuestamente profesionales creen que lo que ellos defienden es palabra sagrada que no puede discutirse. Eso ha pasado –y lamentablemente sigue pasando-, con el concepto “seguridad marítima”, que algunos funcionarios con escasas dotes para razonar arrojan a los ciudadanos como si fuera la palabra del Corán, sello definitivo de cualquier debate.
No es el caso, repito, del actual director general de Marina Mercante, cuya cultura e inteligencia le alcanza para comprender que la seguridad marítima constituye un tema capital perfectamente debatible, abierto y cambiante.
En ese almuerzo, Rafael Rodríguez Valero, dejó dos perlas, dos detalles dignos de ser destacados. El primero, cuando insistió en que para acceder a su despacho y hablar con él no se necesita ningún conseguidor, basta venir por derecho y exponer su queja, pregunta o petición, un ejemplo práctico de actitud democrática y de transparencia.
El segundo nos conduce a terrenos más privados. Confesó el director general que al acabar el día suele escribir lo que le han deparado las horas en un diario personal. Allí cuenta, por ejemplo, cómo ha ido la reunión con la ministra de Fomento, su jefa, Ana Pastor, o lo que han venido a exponerle las cofradías de pescadores de Andalucía, o sus impresiones sobre el equipo directivo de la dirección general. No le pregunté cuándo podremos examinar esos diarios (sin duda ha de tener ya varios cuadernos llenos de notas), pero me quedé con las ganas. Deben ser una mina de datos y referencias impagables.