Este último debe jugar un papel significativo ayudando a los Estados miembros a crear las condiciones para un mayor empleo prosperidad y estabilidad tanto en el mar como en tierra. Resulta paradójico lo que se dice con la realidad, ya que la gente de mar a menudo se ve expuesta a condiciones de trabajo difíciles y riesgos ocupacionales particulares de su profesión.
Al trabajar lejos de sus casas, los marinos son vulnerables a la explotación y a los abusos, al impago de los salarios, al incumplimiento de los contratos… No hay que ir muy atrás en el tiempo para poner un ejemplo; la última crisis mundial, y la todavía aun reciente quiebra de la naviera surcoreana Hanjin Shipping, los siniestros, las averías entre otras destacan como las principales causas que llevan a los armadores a abandonar un buque dejando tripulaciones enteras perdidos en largos procesos burocráticos, en procesos de impagos o abandonarlos a su suerte con escasas provisiones en el buque o puertos hasta ser repatriados a sus lugares de origen.
Sólo el cumplimiento de las normas por todas las naciones marinas puede garantizar la protección adecuada a los trabajadores en la primera industria mundial genuinamente global.