Fruto de la colaboración con la Unesco, todos los participantes embarcarán en su buque una unidad de estos valiosos detectores-emisores de datos oceanográficos y la lanzarán en unas de las zonas más inhóspitas y desconocidas del mar: el Índico Sur.
Estas balizas son la parte fundamental del programa de colaboración internacional Argo, que tiene por finalidad recoger datos de temperatura y salinidad de alta precisión desde los 2.000 metros de profundidad hasta la superficie del mar.
Los datos que recojan estas balizas son fundamentales para los oceanógrafos que estudian el comportamiento de las grandes masas de agua de marina, una de las claves para entender la evolución climática del planeta.
Las Argo son boyas autónomas que funcionan con baterías y pasan la mayor parte de su vida a la deriva en el océano. En la actualidad hay tres modelos de boyas, pero todas trabajan de una manera similar.
Al lanzarlas al agua, las boyas permanecen unas 10 horas flotando hasta que, de modo similar a los submarinos, se sumergen automáticamente hasta unos 1.000 metros. A esta profundidad, mediante una bomba de fluido, mantienen su densidad relativa igual a la del agua para mantenerse estables y así permanecen de ocho a diez días arrastradas por la corriente.
Luego, descienden a 2.000 metros y seguidamente ascienden de forma progresiva hacia la superficie. El ascenso dura unas seis horas, durante las cuales los sensores de la baliza van recogiendo datos de temperatura y salinidad.
Al emerger, los envían vía satélite y luego vuelven a sumergirse para repetir el ciclo. Cada baliza puede repetir este ciclo, de aproximadamente diez días, unas 150 veces.
Las balizas permanecen geolocalizadas con precisión. El 16 de enero de 2014, 3.611 unidades estaban distribuidas por los mares del mundo proporcionando datos que explicarán luego los parámetros que rigen el cambio climático.
Fruto de la colaboración con la Unesco, la Barcelona World Race entra de lleno en el proyecto Argo. Cada uno de los barcos de la vuelta al mundo transportará una baliza Argo desde la salida. Cada unidad pesa unos 22 kg., por lo que será preciso determinar con precisión su estiba en el barco y formar a los patrones en la forma de activarla y lanzarla al agua. Esto se realizará con toda probabilidad en el Índico Sur, entre el cabo de Buena Esperanza y las islas Kerguelen; una zona del Gran Sur con muy pocos datos debido al poco tráfico de barcos comerciales y pesqueros, que son los que tradicionalmente lanzan este tipo de balizas.